Nuestra cesta de la compra puede llevar kilos de azúcar aunque no hayamos comprado ni un solo paquete. Y es que solo el 20% del azúcar libre que consumimos lo hacemos añadiendo azúcar directamente a la comida. El resto del azúcar, nada menos que el 80%, se encuentra oculto en los alimentos.
¿Cómo detectar el azúcar oculto en los alimentos?
En principio la respuesta parece fácil: se va uno a la tabla nutricional y donde lee «azúcar» tiene el porcentaje. Sin embargo, esto es un error. El azúcar que se indica en la tabla es el azúcar total del alimento y no hace distinción entre los azúcares propios del alimento (una naranja del árbol tiene azúcares) y los azúcares añadidos (un néctar tiene azúcares propios de la naranja y azúcares añadidos).
¿Y si miramos en la lista de ingredientes?
Además de la tabla nutricional tenemos una lista de ingredientes y aquí, también en principio, ya no habría lugar a error: si en la lista de ingredientes pone la palabra «azúcar», llevaría azúcar añadido. Y esto es cierto, pero hay ciertos problemillas:
- En general no se indica la cantidad de azúcar que contiene. Pone que lleva azúcar pero no cuanto.
- Hay «primos hermanos» del azúcar que se comportan de manera similar en nuestro cuerpo aunque llevan otro nombre cuando se añaden artificialmente a los alimentos. Hablamos de sacarosa, fructosa, dextrosa, maltodextrinas, jarabe de maíz, sirope de agave…
- Hay «edulcorantes trampa» que permiten que un producto esté etiquetado como sin «azúcar», pero contienen la mitad de kilocalorías, fomentan la preferencia por el dulce y además pueden acabar provocándonos una bonita diarrea, como los polialcoholes.
Los alimentos «healthy», cuando lo «natural» no es saludable
Uno de los grandes problemas de toda esta cuestión es que el azúcar (y otros ingredientes poco saludables como los potenciadores de sabor) se han colado en productos que aparentemente nos venden como beneficiosos.
Y no solo hablamos de los alimentos «sin» o los «0%», sino de otros muchos que deliberadamente se muestran en el etiquetado como saludables. Apelan al «estilo casero» al «estilo traducional» o a los «productos de la tierra». ¿Y si les dijéramos que unas patatas fritas que aparentemente encajan en la dieta mediterránea y están hechas de manera artesanal llevan potenciadores del sabor como glutamato monosódico? ¿Y si les dijéramos que la sal de esas patatas, aunque sea producto nacional y venga de una playa muy chula, tiene las mismas propiedades beneficiosas -ninguna- que la sal de toda la vida?
Un vídeo para saber cuánto azúcar hay en tu cesta de la compra
Pues Aitor Sánchez (Mi dieta cojea) y yo se lo hemos contado. Dentro de las charlas del evento TEDx que se celebró en Madrid el pasado 8 de septiembre Aitor y yo dimos un taller al alimón para DKV seguros. Bueno, en principio iba a ser un taller pero la cosa derivó en un entremés, en un sainete… no sé, juzguen ustedes mismos. La idea era analizar una cesta de la compra donde no había bollería «chunga», ni gominolas, nuggets, ni pizzas…. Todo parecía normal. Solo les adelanto que unos puños de Hulk, unos microscopios de «alta precisión» y unos palitos de cangrejo acaban siendo protagonistas.