Una amiga de Palma me manda esta noticia de buena mañana: a partir del curso que viene los colegios en Baleares no podrán vender bollería ni bebidas azucaradas. A ella le parece una buena idea. Y a mí también.
Por supuesto que no es la solución a todos los males, ni siquiera sabemos si servirá como parche. Pero los datos hablan por sí solos: el sobrepeso/obesidad infantil está presente en un 30-40% de los infantes españoles y ese dato nos indica que hay que hacer algo. Como dicen los modernos “una llamada a la acción”.
La medida no es perfecta, pero es un comienzo
Por supuesto que la medida no es perfecta y me adelanto a los comentarios y críticas:
1. ¿Que los niños pueden llevarlo de casa? Cierto, pero ahí la responsabilidad ya es de sus padres. En mi opinión (llamadme loca) no habría que tener en casa bollería industrial ni bebidas azucaradas porque es la única manera de que su consumo sea puntual.
2. ¿Que lo pueden comprar fuera del cole? Solo los que sean mayores y puedan salir. Mi hijo de ocho años no puede salir del cole en el recreo a comprar nada pero sí puede hacerlo dentro del cole.
No se puede poner puertas al campo, pero los límites ayudan.
¿Y ahora qué falta?
1. Ofrecer a cambio propuestas saludables y atractivas a los chicos. Una manzana, para muchos, seguirá siendo una triste manzana. Pero hay vida más allá. Los frutos secos, los sándwiches de pan integral con queso, pollo o atún, verduras cortadas con hummus o guacamole, yogures… también son opciones saludables.
2. Educar en casa para que estas propuestas saludables y atractivas realmente se lo parezcan a los jóvenes. No esperemos que pidan en una máquina de vending lo que jamás han comido en casa.
Además de estas propuestas, se me ocurren muchas más. Cualquier cosa excepto seguir como hasta ahora porque desde luego, así no vamos bien
¿Y a vosotros? ¿Qué os parece? ¿Demasiado radical o sensato?
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