La sal del Himalaya es la demostración de que el ser humano está dispuesto a tragarse lo que le pongan por delante… siempre y cuando sea mono, venga de Asia y le soplen 100 veces más de lo que sería razonable. Sí, 100 veces más. Porque hoy en día se vende sal común a 0,5€ el kilo y también sal del Himalaya a unos 50€ el kilo.
Más allá de sus características organolépticas, para quien pueda apreciarlas, ningún motivo nutricional o de salud justifica dejarse el pastizal en la sal del Himalaya: ni cura nada, ni aporta ningún nutriente de forma significativa. La sal es sal. Y punto.
En este vídeo Juanolo y yo destripamos los misterios de esta sal rosita y la parafernalia que la rodea. No se lo pierdan… ¡estamos de vuelta!