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El Paciente Impaciente: El libro de Boticaria García

Portada Paciente Impaciente

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El paciente impaciente y otras anécdotas de la Boticaria García.

Este título tan cortito es el del libro que he estado escribiendo durante los últimos meses con nocturnidad y alevosía (sobre todo con nocturnidad, que le pregunten a mis nuevas patas de gallo) y que hoy, ¡HOY 17 DE FEBRERO! sale a la venta.

Como podréis intuir por el título, no se trata de un libro de divulgación sanitaria basado en las sesudas entradas de este blog. Lo sé, lo sé, la divulgación sanitaria nos encanta a todos, tanto como los documentales de La 2, pero la que tiene acceso a las estadísticas soy yo (bueno, y los señores de Ana Rosa) y en este blog los posts que hacen afición son los de anécdotas. Que ya nos vamos conociendo.

Portada Paciente Impaciente

Quienes tenéis el detalle de pasar por aquí habitualmente sabéis que pocas cosas me gustan más que un buen escenario costumbrista. Gracias a La Esfera de los Libros he tenido la suerte de escribir ese libro que siempre salía a colación en mis sobremesas con amigos y familiares. O incluso en Twitter cada vez que compartía una anécdota. Ya sabéis, aquello de: pues chica, con todas esas anécdotas que cuentas de la farmacia podrías escribir un libro. Pues eso. Soy obediente y lo he escrito. Para quién se pregunte cuándo y cómo lo he escrito, insisto, todo con muchísima nocturnidad. Las 339 páginas.

Y ya puestos a disfrutar escribiendo un libro, qué menos que ser yo la protagonista. El paciente impaciente está escrito en primera persona, narrando las desventuras cotidianas de esta boticaria de a pie junto a los disparatados pacientes que tienen a bien desfilar por su farmacia. Eso sí, es un libro basado en hechos reales, y como tengo la intención de seguir ejerciendo en el barrio, me he tomado la licencia de cambiar los nombres de sus protagonistas.

¿Cómo es posible que esa chica “tan joven” de la foto tenga tantas anécdotas como para escribir 339 páginas? En primer lugar porque aunque el Photoshop hace milagros, hace ya diez años que salí de la facultad de Farmacia. Y en segundo lugar, porque mi vida entera ha estado ligada a esta profesión. Y es que, aunque suene a Gila, cuando yo nací, mi madre estaba de guardia.

Yo eché los dientes en la rebotica de un pueblo de Cuenca. Aprendí a leer con los nombres de los medicamentos que descansaban más o menos a la altura de mis ojos en aquellas estanterías metálicas. Metálicas y feas. Porque hay que ver qué feo era el color verde grisáceo que tenían. Crecí jugando a la goma en una calle que no era peatonal pero como si lo fuera. Y mientras daba balonazos a la pared de la botica (reconozco que siempre me gustó más la pelota que la goma) veía entrar y salir de la farmacia a la señora Jerónima, a don Isidro, al señor cura, al pintor, a la vecina, a las madres de mis amigos del colegio, e incluso a mi propia madre con la merienda.

En la Farmacia con Mamá y Papá

En aquel momento no podía imaginar que las vicisitudes de la señora Jerónima en la botica de mis padres acabarían formando parte de un libro. Ni en aquel momento, ni siquiera hace un año, cuando el blog de Boticaria García aún estaba empezando.

Más de uno se reconocerá a sí mismo (o a sus allegados) por sus andares dentro de la rebotica: la Madre Primeriza, el Padre de los Recados, la Paciente Cotilla, el Paciente Moroso, el Paciente Enamorado (enamorado de la auxiliar, un clásico que nunca falla)… ¡incluso el Paciente Asesino! (este es menos clásico, y afortunadamente, suele fallar en sus intentos).

Junto a los 37 tipos de pacientes destripados, y por aquello de hacer un poco de autocrítica, también corto trajes a 13 perfiles de boticarios: entre ellos, el Farmasaurio, la Farmapija, el Farmafantasma o, como no, los Farmatuiteros. No dejo títere con cabeza, que es lo que en el fondo me gusta. Desde el cariño, claro.

Para rematar, el libro termina con un diccionario de los horrores llamado Patadas al Vademécum con un compendio de las mayores barbaridades escuchadas desde el otro lado del mostrador. Y es que hay que estudiar algo más que botánica y farmacología para saber que la conjuntivitis se cura con unas gotitas de Maxibón y el cansancio con unas ampollas de Navidul. Por no hablar del temido virus de Iberdrola.

Sólo me queda dar las GRACIAS a Lluis Cassany, mi editor, que me llamó una noche de verano para preguntarme si quería escribir un libro. Él no lo sabe, pero yo estaba preparando la cena y casi me rebaño el índice de la mano izquierda con el cuchillo cebollero. GRACIAS a todos mis amigos y familiares boticarios a los que he exprimido hasta soltar la última anécdota que guardaban en su memoria, especialmente a mis boticarios padres porque todo lo bueno lo he aprendido de ellos (para lo malo soy autodidacta). GRACIAS a Javi y a Natalia por remangarse conmigo, por todo el trabajo invisible. Lo de Javi es más normal porque lleva en el dedo un anillo con mi nombre, pero Natalia tiene que hacérselo mirar. Y GRACIAS especialmente a vosotros, los lectores del blog, los que me sufrís incluso desde que yo era la madre del Gremlin. Porque gracias a vosotros, alguien en La Esfera de los Libros decidió que merecía la pena publicarle un libro a la Boticaria García.

Y tras haceros la pelota, queridos amigos, procede que os diga que la criatura está disponible desde YA en librerías de toda España (El Corte Inglés, La Casa del Libro, FNAC,…) y del espacio exterior. También se puede conseguir on line en AMAZON.

Como aperitivo del libro, os dejo un pequeño test para que descubráis qué tipo de paciente sois (las respuestas se obtienen haciendo click en el signo + de cada opción).

[su_box title=»Llevo toda la tarde con dolor de cabeza y decido entrar en una farmacia para poner fin a tan terrible situación…»][su_accordion]

[su_spoiler title=»No recuerdo el nombre de ese medicamento que me funciona fenomenal para la jaqueca, pero no importa, le diré a la farmacéutica que las pastillas son blancas y redondas. Seguro que sabe cuáles son.» style=»fancy»] Eres el Paciente que da patadas al vademécum. No recuerdas el nombre de los medicamentos ni ves la necesidad de hacerlo. En ocasiones te los inventas aunque generalmente ni lo intentas. [/su_spoiler]

[su_spoiler title=»Cuando la farmacéutica me dice el precio del ibuprofeno pongo el grito en el cielo. ¡De ninguna manera! Mañana mismo pido cita en el médico y que me haga una receta para que me salga más barato. ¡Para eso llevo pagando toda la vida la Seguridad Social!» style=»fancy»] Eres el Paciente Pensionista. Te consideras fiel devoto de la filosofía del gratis total y preferirías perder un brazo antes que sacar la cartera en la farmacia. [/su_spoiler]
[su_spoiler title=»Estoy embarazada así que le hago jurar a la farmacéutica por la Santa Madre Iglesia que el paracetamol no va a hacer daño al niño. De paso, me quedo tres cuartos de hora (que me se pasan en un suspiro) preguntando qué tipo de biberones cree ella que combinarán mejor con la personalidad de mi bebé. Una hora después, salgo de la farmacia sin paracetamol y sin biberones. Prefiero esperar.» style=»fancy»] Eres la Madre Primeriza. Un ser complicado, por lo general hormonado, que paseas por la farmacia sin prisa (sin ninguna prisa) dispuesta a no salir de allí sin respuesta a tus infinitas preguntas. [/su_spoiler]
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[su_box title=»Entro en una farmacia a pesarme y…»]

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[su_spoiler title=»Me despeloto hasta quedarme en calcetines para que el resultado sea lo más exacto posible. Cada gramo suma.» style=»fancy»] Eres el Paciente Ludópata versión nudista. Sientes una atracción fatal por la báscula de la farmacia y tu relación con ella es impúdica. [/su_spoiler]
[su_spoiler title=»Me peso con el abrigo, el bolso, la compra y el paraguas en la mano. Así, si peso cuatro o cinco kilos más, tengo a quién echarle la culpa.» style=»fancy»] Eres el Paciente Ludópata versión esquimal. Sientes una atracción fatal por la báscula de la farmacia y haces trampas en versión muñeco michelín para acallar tu conciencia. [/su_spoiler]
[su_spoiler title=»Mientras me peso, escucho a un señor preguntar por un remedio para las hemorroides y veo con horror que la farmacéutica le ofrece una crema que no vale para nada. Voy a contarle mi experiencia con el ungüento Almorranín, que es mano de santo, y seguro que lo convenzo. A mí me funciona y a mi Paco también.» style=»fancy»] Eres el Paciente Opinólogo. No puedes evitar compartir tu sabiduría repartiendo consejos vehementemente a todo aquel que quiera escucharte. Y al que no, también. [/su_spoiler]
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[su_box title=»Estoy de casa rural y mi hijo cae enfermo con fiebre. Voy a la farmacia del pueblo y…»]

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[su_spoiler title=»Le pregunto a la farmacéutica si tiene un termómetro empezado para salir del apuro y así me ahorro comprar uno. ¡En Madrid tengo tres o cuatro y me da rabia comprar otro sólo para día y medio!» style=»fancy»] Eres el Paciente con Morro. Has nacido con un don del cielo: el cuajo. Aunque pidas algo que a todas luces sea abusivo consigues darle la vuelta a la tortilla de forma que sea difícil negártelo. [/su_spoiler]
[su_spoiler title=»Pido un jarabe con própolis, echinacea y tomillo. Y si no tienen, ya que estamos en el campo me echo al monte a por el tomillo directamente. Antes muerta que darle a mi hijo algo químico como el demonio Apiretal.» style=»fancy»] Eres el Paciente Naturista. Ofrecerte una medicina es como echar sal en tus llagas. Te pirras por palabras como holístico, ayurveda o macrobiótico. [/su_spoiler]
[su_spoiler title=»La farmacéutica me pregunta si prefiero el Apiretal con cuentagotas o con jeringa y la verdad, no tengo ni idea de lo que prefiere mi mujer. En realidad, ahora dudo de si mi mujer me ha dicho Apiretal o Dalsy… Voy a llamarla por teléfono porque como me equivoque no sé dónde puede acabar la jeringa.» style=»fancy»] Eres el Paciente Padre de los Recados. Una inyección letal es menos traumática para ti que la visión de tu mujer soltando espuma por la boca cuando te equivocas con la compra de la farmacia. [/su_spoiler]
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[su_box title=»La farmacéutica me empieza a explicar las diferencias entre paracetamol e ibuprofeno…»]

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[su_spoiler title=»No veo la hora de que se calle. Le pido el más barato y me voy corriendo. Tengo a los tres niños y al perro esperando en el coche y no llegamos a kárate.» style=»fancy»] Eres la Paciente Madre con Hijos. Vas camino de los cuarenta y tienes al menos dos o tres churumbeles. A diferencia de la Madre Primeriza, no estás para tontunas. [/su_spoiler]
[su_spoiler title=»En realidad no sé por qué esta mujer me está contando esto, porque a mí ni siquiera me duele la cabeza. Le digo que me ponga una caja de cada, le doy amablemente las gracias y me voy.» style=»fancy»] Eres el Paciente Perfecto. Eres tranquilo, educado, ni guapo ni feo, ni simpático ni antipático, no dejas huella en la farmacia. Eres tan perfecto que incluso estás sano. [/su_spoiler]
[su_spoiler title=»Aunque me duele mucho la cabeza me da tiempo a fijarme en que Estrellita, la auxiliar, parece más rellenita. ¿Habrá engordado o estará embarazada? Juraría que se casó hace sólo un par de meses… Voy a preguntarle a la farmacéutica, a ver si le sonsaco algo.» style=»fancy»] Eres el Paciente Cotilla. Eres un antropólogo, un estudioso del ser humano de forma integral, con grandes inquietudes sobre los aspectos biológicos y sociales del hombre. Te interesa el devenir de los individuos desde nacimiento a su muerte pasando por su reproducción. Especialmente todo lo relacionado con su reproducción. [/su_spoiler]
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[su_box title=»En el colegio de los niños hay una alerta de piojos y voy a la farmacia a comprar una liendrera…»]

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[su_spoiler title=»Discuto punto por punto todo lo que me dice la farmacéutica. Yo he leído en un foro que la mejor forma de matar a los piojos es con una cataplasma que contenga una parte de vinagre, una parte de Pedro Ximénez y dos partes de Coca-cola light. Es muy importante que la Coca-cola sea light porque el azúcar ayuda a reproducirse a los piojos.» style=»fancy»] Eres el Paciente Google. Crees en tus amigos de los foros por encima de todas las cosas y amas al Dr. Google como a ti mismo. Piensas que quien tiene internet, tiene un tesoro (y de paso, un diagnóstico). [/su_spoiler]
[su_spoiler title=»Me decido por un pack de repelente + liendrera y le digo a la farmacéutica que me lo apunte en mi cuenta, como siempre. Con todo lo que me llevo de aquí, la verdad es que no sé por qué me tuerce el morro esta mujer cada vez que me ve entrar por la puerta…» style=»fancy»] Eres el Paciente Moroso. Tienes la fea costumbre de no pagar. Bueno, fea  para los demás, porque tú lo llevas con una dignidad asombrosa. [/su_spoiler]

[su_spoiler title=»Le envío un tuit de emergencia a Boticaria García a ver si me aconseja qué liendrera comprar. Ha pasado un minuto y no me contesta. Voy a mandarle también un mail, un mensaje directo y a colapsarle el muro de Facebook. ¡Es cuestión de vida o muerte!» style=»fancy»] Eres el Paciente del Blog. Confías en los consejos de la Boticaria García, de noche y de día. Eres apreciado y temido a partes iguales por ella. [/su_spoiler]
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