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Gotas de Solidaridad contra el cáncer de mama

bulto en el pecho

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Hace unos meses hablábamos en este blog sobre el cáncer de mama, concretamente sobre la importancia de la autoexploración mamaria para detectar bultos en el pecho: «tocarse o no tocarse», ésa era la cuestión. Y es que la predicción para este año 2015 es de 227.076 casos de cáncer en España, dentro de los cuales unos 22.000 corresponden al cáncer de mama.

El domingo pasado tuvo lugar en Madrid la Carrera de la Mujer en la que participaron más de 32.000 mujeres. Iba en el metro con mis hijos rodeada de mujeres con camisetas rosas e incluso pelucas rosas y los niños alucinados, no dejaban de hacerme preguntas. Con 3 y 4 años aún son pequeños para entender muchas cosas en la vida (esa suerte tienen) pero fue su primer contacto con este grave problema.

Los que me conocéis sabéis que lo de correr no es exactamente lo mío, que mi esfuerzo físico no va mucho más allá de los límites de una mesa de ping pong, pero sí he querido colaborar con otra iniciativa que está desarrollando Solán de Cabras junto con la Asociación Española Contra el Cáncer. ¿Recordáis las botellas de color fucsia que el año pasado inundaban los supermercados? Pues este año han vuelto a los lineales y se encuentran ya en fila dispuestas a contraatacar. Se trata de una campaña llamada #GotasDeSolidaridad gracias a la cual Solán de Cabras va a donar 20.000 horas de atención psicológica para pacientes con cáncer.

Además de los casi 10 millones de botellas rosas lanzadas al mercado entre los dos tamaños (la de la nevera y la pequeñita que todos tenemos al lado del ordenador o, ahora que es la época, en la biblioteca), se busca el apoyo mediante mensajes de ánimo en las redes sociales y en la web de la campaña. Podéis participar entrando en la web y dejando vuestras gotas de solidaridad, o si lo preferís, usando el hashtag #GotasDeSolidaridad en Twitter, Facebook e Instagram. Entre todos los participantes se sorteará una edición limitada de esta botella tan chula que ahora mismo está custodiada por mis angelitos andróginos favoritos.

 

bulto en el pecho

Y aunque la botella de vidrio rosa es preciosa, y las icónicas botellas azules de la marca también lo son, os voy a contar por qué yo soy un bicho raro y para mí Solán de Cabras está asociado irremediablemente con el verde. Historias de la Boticaria.

Ya sabéis, porque lo llevo muy a gala y me parece una ventaja competitiva, que yo soy de Cuenca. Y aunque mi pueblo está a más de 200 km de Beteta, allí donde está el origen del agua de Solán de Cabras, los conquenses somos muy de hacer patria y en mi casa nunca se ha bebido otra cosa.

Sin embargo, hace 30 años, Solán no distribuía botellas de diseño azules ni mucho menos rosas. Lo que teníamos en casa eran unas garrafas enormes y verdes de grueso vidrio, creo recordar que eran de 8 litros, que cada quince días nos traía puntualmente el señor repartidor de agua. La llegada del repartidor, que iba depositando en fila en el zaguán de mi casa hasta diez garrafas, una tras otra, era todo un acontecimiento en mi vida. Me maravillaba cómo aquel señor, para mí un auténtico forzudo, era capaz de levantar sin despeinarse las botellas que yo no podía mover ni tres centímetros. Yo, por sentirme importante, le acercaba las garrafas vacías para que se las llevara de vuelta y me sentía muy importante.

Tras el intercambio de garrafas, y a pesar de ser de secano, llegaba nuestro particular «rito del agua manchego»: el momento en el que mi madre sacaba el embudo y trasvasaba el agua de las garrafas a botellas de plástico de 1,5 litros (por aquello de que cupiera en el frigorífico). ¿Adivináis? Yo era la encargada de sujetar el embudo. Recuerdo ver el mismo rito en casa de mis tíos y de mis vecinos. Llegué a profesionalizar aquello de sujetar el embudo. Y también recuerdo el día en el que por fin me consideraron «suficientemente» adulta para ser yo quien sostuviera la pesada garrafa en lugar del embudo (a pesar de la ilusión inicial por considérarme mayor, luego me di cuenta de que se vivía mejor sujetando el embudo que la garrafa).

bulto en el pecho

Y con esta costumbrista historia me despido, no sin recordaros que dejéis vuestras gotitas solidarias en la web o con el hashtag #GotasDeSolidaridad. Otro día os cuento qué pasó el fin de semana que mis padres nos llevaron de excursión a Solán de Cabras a mi hermano y a mí. Me intrigaba muchísimo conocer qué ocurría con las botellas que se llevaban vacías de mi casa y cómo era el proceso para que volvieran llenas, y mis pobres padres tuvieron que darme el capricho. Ya os digo, historias de la Boticaria.

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