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El bocadillo del recreo

bocadillo del recreo

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¿Quién se acuerda del bocadillo del recreo? Os lo pregunto con el mismo tono lúgubre con el que José María Cano en la canción de Héroes de la Antártida (Mecano) se preguntaba aquello de ¿quién se acuerda del capitán Scott?

Nadie se acuerda. Ni un poquito. Ni del capitán Scott, ni de Evans, Wilson, Bowers y Oates. Y mucho menos del bocadillo del recreo. Somos ingratos e insensatos.

La semana que viene comienzan las clases, andamos todos como locos forrando libros, cosiendo etiquetas en el uniforme y aún no hemos dedicado ni medio segundo a pensar en el bocadillo del recreo. Total -pensamos- cuando llegue el martes le metemos un paquetillo de galletas con dibujitos y un zumito con su pajita ¡y a correr!

Lo peor de todo, es que seguro que muchas tenéis (o tenemos) un bento box monísimo para meter dentro las cuatro galletas. Por si ésto lo lee alguien alejado del mundanal ruido, aclaro que bento box es como hay que llamar ahora, en idioma cuqui, a las tarteras.

Aclaro más: si la tartera tiene estética mona o lleva una Hello Kitty, se llama bento box. Si es un tupper de Ikea debéis seguir llamándole tartera o una madre cuqui agraviada os abrirá la cabeza con un bento box retro de lata. Y ya que estamos culturizándonos, que sepáis que a estas alturas de la vida los de Sanrio se han descolgado diciendo que la tal Kitty no es una gata: es una niña, una amiga. Lo confirma una antropóloga de la Universidad de Hawaii, sin mover una ceja, mientras se tambalean todos los cimientos de mi infancia.

Y ahora, al grano, que yo he venido a hablar del bocadillo del recreo.

 

bocadillo del recreo

12 consejos para preparar el bocadillo del recreo

 

1. Desayunar en casa. El tentempié del recreo debe ser un complemento tras un desayuno saludable y completo. No vale desayunar rápido por no madrugar y meter un bocata de tortilla para compensar después. La próxima semana hablaremos del desayuno saludable.

1. Al niño debe gustarle. Parece de cajón, pero muchos niños acaban tirando su almuerzo o regalándolo porque no les gusta. Cada padre debe hacer el esfuerzo de averiguar qué snack saludable es el que puede tener éxito en sus hijos. Siempre hay un roto para un descosido y una fruta para cada niño. Por muy anti-fruta que sea el niño.

2. Adecuarlo a la edad del niño. Si proporcionamos a nuestro hijo un bocadillo o snack que exceda sus requerimientos, lejos de «alimentarle mejor» estamos favoreciendo que pierda el apetito a la hora de comer. Si, además, el niño come en el comedor escolar, le estamos generando inconscientemente un problema mayor ya que puede originarle un conflicto con la comida e incluso puede que con los cuidadores.

3. Adecuarlo al horario del niño. Si nuestro hijo desayuna a las siete de la mañana porque entra antes al colegio en el «aula matinal» quizá su tentempié debería ser distinto de aquel que desayuna a las nueve de la mañana justo antes de empezar el colegio.

4. Elegir preferentemente fruta. Una buena forma de llegar a las famosas 5 piezas de fruta y verdura al día es que tomen una de ellas en el recreo. Muchos colegios tienen instaurado «el día de la fruta» y un día a la semana todos los niños la llevan. Si en el colegio de vuestros hijos no se hace, nunca es tarde para sugerirlo.

5. Trocear la fruta. Si metemos una manzana en la mochila un niño de 3 o 4 años y esperamos que se la coma, vamos listos. Si por el contrario la partimos en trocitos y la metemos en una tartera, nuestras posibilidades de éxito aumentan. La mandarina en gajos en invierno y las fresas o frambuesas en verano son opciones que suelen tener aceptación.

6. Los bocadillos, sencillos. Pueden ser una opción el clásico sandwich de jamón y queso o un bocadillo de jamón con tomate. Si utilizais jamón de york, dentro de las posibilidades debe ser de la mayor calidad posible. Quedan desterrados los sandwiches de nocilla, patés, cremas de quesos y otras locuras grasas en formato tarrina.

7. Bocadillo deconstruído. Sobre todo a los más pequeños, comer un sandwich o un bocadillo puede resultarles algo pesado. Algún día a la semana pueden llevarse en una tartera taquitos o trocitos de jamón, de lomo o de queso, por ejemplo, para ir cogiéndolos con la mano. Podrían añadirse palitos de pan o colines si al niño le gustan. Desterrados también quedan los palitos «con sabores». En cualquier caso, hay que recordar que el pan, pan,  es un alimento saludable y que no engorda de la manera que tradicionalmente se le atribuye.

8. Frutos secos. No recomiendo que los niños pequeños lleven al cole frutos secos como tentempié. En primer lugar, por el riesgo de atragantamiento. En segundo lugar, porque actualmente hay gran cantidad de niños alérgicos y la posibilidad de que acaben compartiéndolos es alta. En niños más mayores, un puñado de frutos secos puede ser una opción de snack siempre que se tenga en cuenta que debe tratarse de frutos secos sin sal y sin procesar (nueces, avellanas o almendras). Los cacahuetes con miel o las almendras saladas están desterradas.

9. Evitar alimentos procesados. Ni bollería industrial, ni sandwiches «de máquina». Menos aún chucherías o snacks salados. Incluso las galletas, aparentemente inofensivas, también pueden ser muy ricas en grasas y azúcares y por tanto debemos vigilar su composición en el etiquetado. Aunque no se acaba el mundo si nuestro hijo un día come un Bollycao, en mi opinión el consumo de este tipo de productos debe reservarse a los fines de semana u ocasiones especiales y, en ningún caso, formar parte de nuestros hábitos diarios.

9. Bebidas. Ni zumos azucarados, ni lácteos chocolateados, avainillados o afresados y mucho menos refrescos. Los niños pueden beber agua del grifo en el colegio y no necesitan nada más para estar convenientemente hidratados durante todo el día.

10.  Ponerlo bonito. Ya, ya sé que he empezado criticando los bento box, pero sólo porque no sabíamos qué meter dentro. Ahora que lo tenemos claro, lo cierto es que cuanto más motivemos al niño a abrir su almuerzo, mejor. Pueden ser interesantes esas fundas de silicona, tan monas y reutilizables, para la fruta y los bocadillos. En este punto, tened en cuenta siempre las posiblidades de vuestro hijo: las tarteras estilo retro, con herrajes de «click» a ambos lados, pueden ser divinas de la muerte, pero los niños de infantil no saben cerrarlas. O al menos les cuesta. Pensad en una profesora teniendo que cerrar 27 bento box retro con sus 54 herrajes vintage y sed solidarios. No os sulfuréis, nuestros niños tampoco van al cole en buses amarillos sino en otros mucho más prosaicos, así que usáis una tartera de Ikea no va a desentonar.

11. Lavarse las manos. Hay que fomentar una rutina en los hábitos higiénicos de los pequeños y por ello debemos insistir a nuestro hijo sobre la importancia de lavarse las manos antes del tentempié en el colegio.

12. Hablar con su profesor. Los profesores no muerden, ni les va a parecer una tontería nuestra preocupación. Si tenemos oportunidad de hablar con ellos, y consultarles si ven a nuestro hijo tomar su tentempié, nos dará muchas pistas sobre si lo estamos haciendo bien o debemos cambiar de rumbo.

 

 El consejo de la boticaria

 

Empieza el nuevo curso y mi consejo es que los padres nos esforcemos un poquito más que el anterior con el bocadillo del recreo. Por lo general, lo más fácil, lo que menos tiempo nos requiere y lo que el niño acepta encantado de la vida, es meterle un bollito en la mochila. Pero, sin duda, no es lo mejor para él.

Los padres de niños que empiezan el cole tenéis la oportunidad de empezar de cero y que el niño no eche de menos este tipo de tentempiés. Los que tenéis que cambiar los hábitos, tendréis que luchar un poco más. Hablad con vuestros hijos, ofrecedles poco a poco todas las alternativas saludables y encontrad vuestro santo grial. Existe. Aunque tardéis semanas en encontrarlo.

Y, por encima de todo, recordad una cosa: el papel de aluminio no es sexy. Ahí lo dejo.

 

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