Hasta hace unos años si uno buscaba comida rápida y barata, recurría a franquicias como hamburgueserías o pizzerías. No había más. Ahora hay franquicias de todo. También de de tapas, de raciones y de supuesta “comida mediterránea” que se han expandido en cada rincón. Ante su proliferación como setas, creo que conviene pararse a pensar el porqué de éste fenómeno y hacia dónde nos dirigimos con ello…
7 razones por las que no comer en franquicias de tapas
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» En este artículo aprenderás:
Pérdida de identidad y cultura gastronómica.
El chiringuito playero clásico está en peligro de extinción. Hace unos días en la playa me dio mucha pena comprobar que habían cerrado un montón de chiringuitos de toda la vida y en su lugar había franquicias. Las mismas franquicias que tengo debajo de mi casa en Madrid. Es decir, si hoy quiero irme a tomar unas tapas a los bares que tengo más cerca de mi casa, me van a poner exactamente las mismas raciones que me pondrán en agosto, si voy los bares que tengo más cerca en en el apartamento playa. ¿Dónde queda en este sistema el uso del producto local y las recetas propias de cada región?
2. Materia prima “no de primera”.
Vivimos en la era del low cost, del bajo coste. Todo tiene que ser muy barato. Y en cierto modo está muy bien, se puede comer barato y saludable (véanse las legumbres), pero hay límites. Cualquiera que vaya al mercado sabe lo que puede esperar de la materia prima de una ración que valga 3€ o 6€ que son los precios habituales. Si tiene que quedar margen para pagar camareros, local y tener beneficios… ¿cómo se las ingenian? Usando principalmente materia prima barata y en general poco poco nutritiva: patatas, sartenes de patatas con chorizo, patatas con salsa, etc.
3. Abuso de fritos y rebozados
Cuando usan materia prima no tan barata, como carne o pescado, al no ser de gran calidad, se disfraza el sabor y así no nos enteramos: pollo rebozado, gambas rebozadas, carne en salsa, carne mechada, que tiene más grasa. Hay poquísimo, producto “desnudo” o a la plancha, sin salsas ni rebozados. Y si los hay, desde luego no son la estrella de la carta porque no están muy buenos. La gente pide “lo que está más rico” entre la oferta del menú, y dentro de esa oferta, lo más rico suelen ser los productos grasos y fritos.
4. Abundancia: se come a reventar.
¿Cómo se puede comer tanto y tan barato? El primer truco es el acompañamiento de patatas fritas de bolsa. Es la guarnición ideal, combinan con todo, las patatas fritas son el nuevo negro. Son baratas y ocupan sitio en el estómago, listo. El segundo truco es el pan. En las cartas suele haber muchas tostas o pulgas. El pan es barato y “sacia”. Se trata de pan blanco, con harinas refinadas y además en este tipo de raciones se come más pan de lo deseable. En definitiva, con patatas fritas y pan consiguen llenar el estómago.
5. Alcohol tirado de precio.
Ofertas de 5 botellines por 3€. No digo que sea mejor pagar los botellines a precio de oro, pero con ofertas tan agresivas se favorece el consumo de alcohol. Con esos precios es fácil acabar tomando 3 botellines, uno detrás de otro, sin darse uno cuenta. Los cubos se dejan en las mesas con el abridor, están más a mano… Y la gracia es que antes de terminar un botellín has abierto otro. No sólo daña el alcohol al ser un tóxico, sino que es una fuente de calorías que no aporta apenas nutrientes.
6. «Autoengaño» del consumidor.
Unos crían la fama y otros cardan la lana. Mientras las hamburguesas y las pizzas tienen «mala fama», muchas personas comen en estos establecimientos pensando que están comiendo «sano» o «mediterráneo». Y ni lo uno, ni lo otro: en realidad están comiendo pollo super-rebozado con patatas fritas o pinchos llenos de salsas y mayonesas, que es igual o peor.
7. «Más comer fuera y menos comida casera»
Este podría ser el lema de la nueva era a la que nos enfrentamos. Y sinceramente, no me gusta. El riesgo de esas franquicias es acostumbrarnos a comer fuera de casa casi por los mismos precios por los que comeríamos dentro. Total, por este precio, ¿para qué voy a cocinar? Este es el modelo que progresivamente se ha ido adoptando en algunos lugares del mundo en los que hasta se alquilan casas sin cocina. Lugares en los que también reinan los food-trucks, sobre los que ya me explayé en su día contando por qué tampoco me emocionan. Sí, mismos precios pero no misma calidad ni técnicas culinarias. Y en este caso lo barato sí puede salir caro.
El consejo de la boticaria
Comer fuera de casa es un acto social y puede ser compatible con una alimentación adecuada, pero con conocimiento. Desde aquí mi reivindicación del chiringuito de toda la vida para este verano: viva el tomate aliñado (el rico, no el de poliespán) y vivan las sardinas. Vivan los cogollos con anchoas y vivan los espárragos (los blancos y los trigueros). Vivan los pescados a la plancha y vivan los mejillones al vapor. Y viva la piña natural de postre, sin almíbares ni gaitas.
Si en su franquicia de confianza les sirven estos platos y además el camarero les da sugerencias sobre el plato del día… oigan, adelante con ello. Y si en su bar de confianza les atiborran a fritos y patatas de bolsa (que también puede pasar y pasa) ya saben donde está la puerta. Busquen, comparen y si encuentran un chiringuito mejor, no lo pierdan de vista. Están en peligro de extinción.
*De todo ello hablamos ayer en la sección «Efectos Perversos» en «No es un día cualquiera». Si alguien quiere ampliar información sobre cuál es un buen menú saludable para pedir en un chiringuito, aquí el podcast, min 5.
Imágenes:
Wikipedia
Macas… Este artículo no va desencaminado. Si te fijas, lo que se está diciendo es que deberíamos buscar más materia prima de calidad y evitar los fritos y rebozados por una razon: Su consumo continuo no es saludable para el cuerpo. Su consumo esporádico no es dañino, pero por ejemplo en los aceites de fritura que se usan en muchos restaurantes suelen ser de girasol, que de por si no es malo pero si le añadimos algo llamado e900 la cosa cambia. Busca por San Google que es eso del aditivo e900 y flipa un poquito. Consumir este aditivo de forma esporádica no daña tu salud, consumirlo de forma moderada tampoco lo hará, pero consumirlo habitualmente es otra cosa, y ya es malo el aviso de los fritos en una dieta, añade que hay ciertos aditivos cuyo consumo continuo nos perjudica mucho más nuestra salud que el simple frito. Y si buscas algo más cercano, busca en San Google que es el aspartamo, acesulfamo de potasio , ciclamato, y algunos más que no recuerdo. Su consumo no es malo, no nos mata, pero es lo mismo que ir por una carretera a 120km/h y con una tajada de aupa, que nuestras probabilidades de matarnos aumentan mucho cuando le metemos ciertos elementos de riesgo que de.por si solos no son mortales.
Si quereis comer con calidad el chiringuito «El Inesperado» n.4
Sanlucar de Barrameda, Cadiz
Salvo por situaciones excepcionales, tomar una tapa o comer fuera debería ser un acto de placer. Sin embargo, este sistema de masas a veces nos lleva a pedir sin revisar o pensar «pero qué es esto?».
Aunque comparto mucho de lo que dice, sepa vd que ha abierto la caja de los vientos.
Suya
Me interesaría más saber qué es lo que no comparte… Pero tendré que vivir con la duda. En cualquier caso me cuesta imaginarla a usted y a los suyos en un pseudochiringuito de este calibre. Y menos siendo de la tierra que son. Besos fuertes.
El punto 7 es la mayor amenaza. Justamente es lo que pasó en su día en los Estados Unidos. Siempre era más barato comprar la comida fuera que las materias primas en los supermercados. Además que en los súperes había tomates por 2 dolares la pieza…con esto me iba al chino y tan rico que estaba… Hasta que te das cuenta de que es un círculo vicioso del cual es casi imposible de salir.
Yo sigo alucinando con lo del alquiler de casas sin cocina porque realmente es que es una habitación de la casa prescindible… Aquí estamos afortunadamente a años luz de este modelo pero ojo, que todo lo malo se pega y se extiende sobre la pólvora. Un abrazo!
Diste en la diana. Si tan barato es, no puede ser bueno.