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Supermercados sin aceite de palma: ¿es la solución?

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Supermercados sin aceite de palma: ¿es la solución?

Hace dos semanas inauguré la sección «viernes de etiqueta» y les pedí a ustedes que me contaran sus inquietudes. Tras leer los comentarios en el blog, en redes y correo electrónico, las dudas sobre el aceite de palma han sido «caballo ganador» para comenzar. Y no me extraña. Hace ya dos meses publiqué este post sobre el aceite de palma en leches infantiles y va camino de convertirse en el más leído de la historia del blog. Y mira que el de las copas menstruales tiene su público. Por cierto, si alguien ha reparado en que hoy es miércoles y no viernes, no es que me haya vuelto una moderna y para mí los miércoles sean los nuevos viernes. Es que el viernes, aprovechando la proximidad del día del libro, ya les amenazo con que vendré en plan Paco Umbral con mi Moco radiactivo (aunque con un sorteo debajo del brazo).

Comencemos por el principio.

¿Qué es el aceite de palma?

El aceite de palma es un aceite que se extrae del fruto de la palma, que en fino latín se conoce como «Elaeis guineensis». Es decir, al igual que el aceite de oliva se extrae de la aceituna, el aceite de palma se extrae de este fruto. A diferencia en este caso del aceite de oliva, rico en ácidos grasos monoinsaturados, el aceite de palma contiene en su composición un 50% de ácidos grasos saturados.

¿Los ácidos grasos saturados son el demonio?

Aunque durante muchos años han sido los malos de la película, ahora sabemos que no son todos iguales (como los hombres, aunque las malas lenguas afirmen lo contrario). Ya hemos comentado en alguna ocasión que en la diferencia en la longitud de la cadena de los ácidos grasos anda el juego. El problema está en que dentro de los ácidos grasos saturados, los del tipo procedente del aceite de palma son los que salen peor parados en cuestión de salud. Entre sus efectos no deseados está su capacidad para elevar el colesterol «malo» y aumentar el riesgo de enfermedad cardiovascular.

¿Cuánta cantidad máxima de aceite de palma se considera «seguro» consumir?

Esta es la pregunta del millón, lo que todo el mundo quiere saber… pero no existe la respuesta esperada.

Volviendo a la cantidad máxima de aceite de palma: La EFSA (Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria) no ha fijado un valor mínimo «saludable» de ingesta de ácidos grasos saturados, con el argumento de que la relación entre la ingesta de ácidos grasos saturados y el aumento del colesterol LDL (malo) es continua. En base a este criterio no puede establecerse un umbral por debajo del cual no haya efectos adversos. La recomendación es: consumo debe ser tan bajo como sea posible en el contexto de una dieta nutricionalmente adecuada. Pueden leer más sobre esto en la página 27 del Consenso sobre las grasas y aceites de la FESNAD.

¿Y cuánto sería lo más bajo posible dentro de una dieta nutricionalmente adecuada?

Se recomienda que las kcal que provienen de las grasas saturadas totales no superen el 7% de las kcal de la dieta diaria. Esto incluye todos los tipos de grasas saturadas, como las del aceite de palma, las del aceite de coco o incluso las del aceite de oliva. Porque ¡sorpresa sorpresa! el aceite de oliva contiene un 14% de ácidos grasos saturados en su composición (aunque mayoritariamente son monoinsaturados (73%) y poliinsaturados (1o%)).  Que nadie se preocupe por «la carencia» de ácidos grasos saturados si no consume aceite de palma porque los está consumiendo aunque su dieta principal sea a base de aceite de oliva. El aceite de soja por su parte, contiene un 17% de ácidos grasos saturados.

De hecho en España «nos pasamos». Según el estudio ENRICA, el consumo de grasas saturadas en adultos supera el 7% aportando en torno al 10-12% de las kcal totales. Es decir, si ya nos estamos pasando en el consumo de grasas saturadas, poco sentido tiene que dentro de ellas predomine el consumo de las del aceite de palma, que son las menos adecuadas para la salud.

¿Cómo reduzco el consumo de aceite de palma?

A efectos prácticos, como ya nos han dicho en la publicidad que la vida no está hecha para contar calorías (y llevan razón), y lo de andar calculando porcentajes de kcal cuando uno abre la nevera es complejo, vamos a hablar de alimentos, que es al fin y al cabo lo que nos echamos a la boca.

Nos estamos volviendo todos muy locos cuando en realidad es facilísimo. El aceite de palma se encuentra en productos procesados, así que sólo tenemos que evitarlos, algo que por otra parte, no es nuevo y ya sabemos que debemos hacer por múltiples motivos. Es realmente fácil evitarlo si no introducimos en el carrito de la compra (porque en el carrito de la compra es donde empieza todo) productos como los ultracongelados (a la rica lasaña o pizza de microondas…), las «inocentes» y socorridas sopas de sobre, bollería industrial, helados… Ante la duda, podemos sacar la lupa e identificarlo en las etiquetas con el nombre de aceite de palma, palmiste, manteca de palma, oleína, etc. Ya comentamos que desde 2014 la legislación obliga a que se especifique que un producto contiene aceite de palma y no vale el truco de poner «grasas vegetales» para jugar al despiste. Tampoco nos vale a nosotros escudarnos en «nos engañan»: en el envase lo pone y no queda más remedio que aprender a leer etiquetas, al igual que aprendemos a leer la letra pequeña de otras muchas cosas.

Si no consumimos estos productos, ganaremos en salud. Y no sólo porque no contienen aceite de palma, sino porque en general este aceite va acompañado de otras amistades peligrosas como azúcares o excesiva cantidad de sal. Incluso en la ausencia de los anteriores, lo más probable es que contengan harinas refinadas, menos saludables que las integrales. Todo esto lo explica muy bien Aitor Sánchez en su vídeo hacia el minuto 8. Al final del post les pongo yo otro ejemplo «healthy-guay» que me encontré la semana pasada en NYC.

 

Retirar los productos con aceite de palma del supermercado: ¿voluntad de cambio u oportunidad de marketing?

1000 palabras después (y otras muchas que me dejo en el tintero), paso a responder la pregunta que da título al post. En estas semanas hemos leído la noticia de que unos supermercados (una cadena de doce en España) habían retirado los productos con aceite de palma y otras grandes superficies estaban «trabajando en ello» (léase con acento tejano de Aznar). A mí cualquier voluntad de cambio en favor de la salud de los consumidores me parece de aplaudir, pero siempre que sea «de verdad».

Es realmente facilón coger el aceite de palma como cabeza de turco y hacerle responsable de nuestros males. Es incluso reconfortante pensar que si lo eliminamos de nuestra alimentación vamos a acabar con nuestros problemas de alimentación. Es facilón, reconfortante, y por tanto, mentira. Me pregunto si los responsables de estos supermercados también piensan retirar de sus lineales las bebidas azucaradas (no solo refrescos, sino los pseudozumos que alegran cada mañana los patios de recreo escolares del país). Porque el azúcar no es veneno (como el aceite de palma) pero su consumo en exceso es perjudicial (como el del aceite de palma). A mí la regla de tres me sale fácil.

Y me pregunto también si las grandes cadenas de supermercados valoran también renunciar a vender productos como las bebidas alcohólicas. Con la cerveza hemos topado (esa que supuestamente es buena para aumentar la producción de leche materna, cuando se tercia).  Porque resulta que, al igual que no hay recomendaciones sobre cuánto es el mínimo de aceite de palma, las actuales guías de alimentación sí tienen claro que al alcohol hay que borrarlo del mapa. Y en este caso la vinculación del alcohol con la enfermedad cardiovascular es más que clara. Aquí os dejo una revisión del mes pasado bajo el sugerente título Alcohol and Cardiovascular disease: How much is too much? en la que mencionan que de eso que se hablaba de que el consumo moderado de alcohol previene los accidentes cerebrovasculares, pues que naranjas de la china.

supermercado aceite de palma

Conclusión:

En mi opinión, retirar el aceite de palma de los supermercados no está ni cerca de la solución. De hecho, en EEUU, que nos llevan la delantera, tienen alimentos que parecen parecen paquetes de tabaco con todas las indicaciones fuera, y aun así siguen comiendo basurilla camuflada.

La semana pasada tuve la oportunidad de echar un buen rato en un supermercado de moda en EEUU, de estos en los que está proscrita la entrada de marcas de las consideradas «malas» y que presumen de «real food». No me hizo falta  rascar mucho en las estanterías, fuera de la zona frescos, para encontrar productos igualmente poco saludables. Al final, los mismos perros con distintos collares. De hecho, entramos en el supermercado porque mi hermano quería comprar este helado del que está enamorado. En la web del helado, lo primero de lo que presumen es de puro azúcar de caña, como si no fuera azúcar igualmente. Adivinen cuál es el segundo ingrediente. Es realmente interesante echar un vistazo a las FAQs de la web del helado, en las que se la cogen con papel de fumar e incluso justifican que algunos helados llevan aceite de palma. Pero oiga, sólo la puntita. A mí me recuerda todo mucho a eso de «excusatio non petita…». ¿Realmente hay que pedir perdón por existir? Es un helado. Punto. No hay que confesarse por tomarse uno. De hecho literalmente, porque también nos avisan de que estos helados son kosher (respetan en su fabricación los rituales del judaismo).

aceite de palma supermercado

Que no. Que no pasa nada porque mi hermano y yo nos pusiéramos tibios de helado aquella noche. Que el helado estaba bueno y nadie niega que podamos dar pequeños placeres a nuestros cuerpos serranos de vez en cuando. Pero sin engañarnos.

Cualquier gesto de la industria por reformular los productos será recibido con los brazos abiertos. Cualquier gesto de los supermercados por potenciar los productos frescos, más todavía. Pero olvidémonos de que la solución  está en prohibir ingredientes aislados que de por sí que no son tóxicos (y así lo ha indicado la AECOSAN en un reciente comunicado el pasado 7 de abril) sino en comer comida de verdad, de la de verdad de la buena, y no de la de postureo. La comida sin etiquetas, la comida mejor. Eso sí, sin la botella de ron.

 

*Más info sobre el aceite de palma (sí, todavía hay más) en el podcast de la tertulia del programa de RNE No es un día cualquiera en la que participé junto con el científico Manuel Toharia y el portavoz de la OCU, Enrique García.

** Con motivo de el día del libro, el próximo sábado 22 de abril estaré firmando ejemplares de «El moco radiactivo» en el Corte Inglés de Goya de 19:30 a 21:00h y el domingo 23 en el Corte Inglés de Callao de 12:30h a 14:00h.

 

 

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