EEn marzo florecen los almendros y los productos milagro y yo, que velo siempre por ustedes, les propongo diez puntos de alerta para ponernos en guardia ante posibles conejos que salgan de la chistera durante estos días…
10 CLAVES PARA RECONOCER UN PRODUCTO MILAGRO
1. El producto milagro ha venido y nadie sabe cómo ha sido.
De pronto, un producto del que nadie había oído hablar nunca, irrumpe en el mercado y está hasta en la sopa: radio, televisión, revistas… Se realizan campañas publicitarias muy fuertes para que el nombre «suene» en todas partes. Un producto que nos era totalmente ajeno pasa a ser de la familia y colarse en nuestras conversaciones de cafetería y alcoba.
2. ¿Quién sabe dónde?
Ni Paco Lobatón sería capaz de localizar el lugar donde se fabrica el producto. Los datos del fabricante no suelen estar claro y un apartado de correos por única pista puede ser lo habitual. Que no exista una razón social claramente especificada en el envase ya es indicativo de que algo va mal.
3. Antes y después.
Aunque una imagen siempre es manipulable, quizá en la década de los 70 poner una foto de «antes» y otra de «después» podía tener su aquel. Hoy en día, en la era del Photoshop y en la que con una simple aplicación de móvil puedes hacer maravillas (aleluya, aleluya) que sigan existiendo fotos de «antes» y «después» es un insulto al consumidor.
4. Resultados exprés.
Puestos a prometer milagros, ¿para qué prometer resultados en tres meses si los podemos prometer en tres días? Cualquier producto que haga alusión a resultados exprés debe ponernos en alerta.
5. Tu vuo fa l’americano.
Como decía Renato Carosone, tu vuo fa l’americano y la industria lo sabe. Todo lo que suene a americano: en EEUU está pegando fuerte nos pone cachondos. Nadie es profeta en su tierra así que aunque el producto milagro se esté fabricando en un sótano de Valladolid, hay que venderlo como parte del sueño americano.
6. Exotismo
En otras ocasiones EEUU se sustituye por algún país remoto, para darle otro tipo de glamour. Las flores del Talampaya, las escamas de pez del mar de Andamán o los pétalos de orquídea del Monte Bolca podrían partir la pana pasado mañana.
7. Efecto celebrity
Ponga usted una famosa al lado de su producto milagro y lo venderá como churros. En ocasiones no hay que quebrarse mucho más la cabeza en temas de marketing. Algo así es lo que sucedió asociando en España al asociar a la Reina Letizia con la Dieta Perricone.
8. Clandestinidad
Otra estrategia, contraria a la de difusión en los medios, es vender los productos milagro como algo clandestino para convertirlos en oscuro objeto de deseo. Las cosas parecen más efectivas si nos las trae de estraperlo el primo de la cuñada de mi amiga, que tiene un vecino que trabaja en un gimnasio y le han dicho que lo mejor para adelgazar son estas cápsulas. ¿Realmente alguien puede creer que si el producto fuera efectivo para adelgazar, al fabricante no le interesaría distribuirlo un poquito más allá de los vestuarios? De los posibles efectos nocivos de estos productos clandestinos, que haberlos haylos, ya hablamos otro día.
9. Amimefuncionismo
El amimefuncionismo es la doctrina que abrazan los creyentes en los productos milagro. Es la prueba definitiva: el producto se apoya con testimonios personales de gente que ha probado el producto y le ha funcionado. No hay ningún estudio serio que avale el producto y si los hay, cuando se rasca un poquito en los estudios que lo avalan, resulta que no son rigurosos, no tienen validez, o están patrocinados, casualmente, por el mismo laboratorio que vende el producto milagro.
10. Temas estrella
Principalmente son tres: belleza (cremas que te dejan con cutis de primera comunión), sexualidad (pastillitas que te convierten en el toro que mató a Manolete), pérdida de peso (pierda usted diez kilos en cuartico de hora mientras ve la tele comiendo pipas ¡garantizado!). Luego hay otros temas clásicos de ayer hoy y siempre, muchos relacionados con la caída del pelo o temas maternales: collar de ámbar para calmar la salida de los dientes en el bebé o pezoneras de plata.
El consejo de la Boticaria
Por mucho que nos interese creerlo, los milagros no existen y la prueba es sencilla: todas esas propiedades fueran reales, por apenas 20€, 30€ o 100€ al mes, no habría gordos ni calvos. Esto no quiere decir que no existan productos que puedan ayudarnos a mejorar determinados aspectos de nuestra vida, pero hay líneas que no se pueden cruzar. Los milagros, a Fátima y los productos milagro, por mucha fe que les tengamos, cuanto más lejos, mejor.