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¿Como saber si una receta medica es correcta?

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¿Cómo saber si una receta médica médica es correcta?

Estaba el domingo procrastinando por Twitter cuando no sé bien cómo comencé a hablar con una pediatra (Irene) y un farmacéutico (Carlos) sobre los problemas derivados de los errores en recetas de papel. Ya sé que en muchos lugares la receta electrónica está extendida en torno al 90% y que encontrar una manuscrita es algo tan vintage e inusitado como recibir una lista de la compra escrita a máquina. Pero a pesar de las ciencias adelantan que es una barbaridad, por si alguien lo dudaba, ambas cosas son posibles. Esta foto de Susi es también de éste fin de semana. receta medica correcta

Muchas de las recetas escritas a mano que se reciben en las farmacias provienen del hospital y corresponden a tratamientos prescritos por el especialista. Y aunque generalizar está muy feo, en mi experiencia, en las dos comunidades autónomas donde he trabajado, las recetas que provienen de hospitales suelen contener en proporción más erratas que las de los centros de salud. Entre los motivos se me ocurre el hecho de que los especialistas estén menos habituados a realizar recetas y por tanto estén menos familiarizados con la normativa ya que suelen incurrir en los mismos errores. Pero como digo, son sólo suposiciones para no dormir.

¿Qué ocurre cuando una receta está mal cumplimentada?

El gran drama. El paciente acude a la farmacia en busca de su medicación con su flamante documento llamado receta como garante y se encuentra con que un antipático farmacéutico (en ese preciso instante es como si a los ojos del mundo nos volviésemos todos más feos de lo habitual) le comenta que sintiéndolo mucho, la receta no es válida y que debe volver a su médico para enmendarla o para que le prescriba una nueva.

Insisto, es el gran drama. En este momento se genera un conflicto en el que, como suele ocurrir, las dos partes tienen sus razones:

El paciente expresa (generalmente molesto) que él no tiene culpa alguna de que a la receta le falte la firma, la dosis o de que tenga un tachón en la fecha. Lo que suele tener claro el paciente es que, por ejemplo, ha estado toda la mañana en el hospital, que necesita su medicación (o la necesita su hijo o su marido o su padre) y que ahora tiene que volver a pedir cita y probablemente perder otra mañana de trabajo para solucionarlo.

El farmacéutico tampoco tiene culpa ninguna de que a la receta le falte la firma, la dosis o de que tenga un tachón en la fecha. Él sabe que la receta no es válida y que para la Seguridad Social es papel mojado. No es que sea un tiquismiquis y «quiera poner problemas». Realmente a los farmacéuticos no nos gusta nada poner problemas, entre otras cosas, porque es una pérdida de tiempo y un desgaste importante, pero resulta que:

a) Por motivos de seguridad no podemos aventurarnos a ceder ante un «dame el que tú veas mejor» o «dame el más flojo y ya está, que tampoco estoy tan malo», según solicitan algunos pacientes cuando la prescripción no es clara o incompleta.

b) Tampoco podemos «hacer un garabato», según solicitan otros pacientes cuando falta la firma del médico. Esto se llama f a l s i f i c a c i ó n.

c) Por motivos de sostenibilidad no podemos asumir los errores en las recetas ya que aunque su dispensación pudiera ser relativamente segura, la Seguridad Social no las paga. Hay señores cuyo oficio consiste en revisar las recetas y detectar errores con carácter retroactivo de hasta unos cuantos meses. Cuando esto ocurre, las recetas no se pagan en su totalidad o en un porcentaje dependiendo del motivo.

¿Qué ocurre con la tercera parte implicada, el médico? Pues que como ser humano que es, entra dentro de la normalidad que pueda equivocarse. Y más cuando, según me han indicado muchos médicos, no han recibido una formación específica y actualizada durante su actividad laboral para cumplimentar las recetas. Ahora bien, no deja de ser su responsabilidad informarse activamente de cómo realizar una prescripción correctamente con la legislación vigente en cada comunidad autónoma (porque ojo, que esto cambia) y ser receptivo  ante las solicitudes de enmienda del paciente.

receta medica

¿Qué está fallando estrepitosamente?

Un sistema en el que, existiendo la receta electrónica, se obliga al paciente a desplazarse físicamente hasta el médico en busca de una enmienda con su sellito y su garabato es un sistema prehistórico y lo que nos pase lo tenemos merecido. Con las adecuadas herramientas de comunicación eficaz entre el médico y el farmacéutico, que las tenemos «a medias», evitaríamos no sólo el paseo al paciente, sino que mejoraríamos el cumplimiento.

Todo esto, además de unos cuantos botes de omeprazol por la úlcera que se acaba generando en pacientes y boticarios al respecto.

¿Qué puede hacer el paciente por su parte?

Es cierto que los errores en las recetas no son culpa del paciente, pero también es cierto que hay cuatro normas básicas que se pueden conocer para evitar dar el paseo de vuelta.

Durante años haciendo cola en el banco y observando a las personas mayores retirar dinero de su pensión (en mi pueblo era lo habitual), nunca observé a nadie que se fuera del mostrador sin haber contado y recontado los billetes pese a haber salido de una máquina o haberlos contado el señor banquero. De la misma forma, tampoco pasaría nada si antes de salir de la consulta echamos un vistazo rápido a la receta para comprobar que las cuatro reglas están OK, especialmente si las recetas están realizadas a mano.

 

¿Cuáles son las cuatro reglas básicas en una receta?

Mis compañeros, especialmente los más rigurosos, encontrarán muchos más requisitos imprescindibles. Que conste que me lo sé y que tengo al concierto como libro de cabecera e incluso el BOE.  Pero lo básico, lo que cualquier paciente puede revisar de forma sencilla para evitar los fallos más recurrentes es:

1. Datos del medicamento: 

Principalmente debe figurar el nombre del medicamento (marca comercial o principio activo), la dosis, la forma farmacéutica y el número de unidades por envase.

Ejemplo: 

Paracetamol 1000 mg 40 comprimidos

La cuestión es lógica: si sólo pusiera «paracetamol» no podría saber si se refiere al de 500 mg, al de 650 mg o 1000 mg. Y no, no vale con que siempre usemos el de 650 mg o que el médico nos lo haya dicho y se le haya olvidado ponerlo. Debe estar consignado. También por lógica, si sólo se indicara «Paracetamol 1000 mg» no podría saber si la forma farmacéutica adecuada son los sobres, los comprimidos o incluso los comprimidos efervescentes. Esto es importante y causa disgustos en aquellos que tienen especial preferencia por una forma farmacéutica porque, por ejemplo, no son capaces de tragar los comprimidos.

 

Un dato importante es que cuando no se menciona el número de unidades por envase y existen varios tamaños, la legislación obliga a dar el envase más pequeño (salvo que la posología indique otra cosa y en la posología no me voy a meter porque es un jardín). En los hospitales suele hacerse así para que el paciente «salga del paso» con el envase pequeño y posteriormente acuda a revisión y seguimiento por parte de su médico de atención primaria. Eso sí, cuando ocurre por «despiste» es una auténtica faena ya que se obliga al paciente a volver a consulta antes de lo habitual.

Las medicinas, de una en una: otro dato importante es que salvo excepciones (antibióticos, estupefacientes…) en general no se permite más de un envase por receta. Aunque en la casillita ponga «2 envases» nunca se podrán dispensar dos envases de paracetamol.

2. Fecha

La receta tiene una duración válida de diez días contados a partir del día siguiente. Es decir, si la receta es de hoy, 10 de mayo, podrá utilizarse hasta el 2o de mayo. Después del 20 de mayo no será válida.

Hay recetas que se hacen «en diferido». Esto es frecuente en verano cuando el médico hace recetas «por adelantado» y se hacen prescripciones para un par de meses.  Imaginemos que el médico las prescribió hace un mes porque nos íbamos de vacaciones pero la fecha prevista de dispensación es 20 de mayo. En este caso, se podrán retirar cinco días antes de la dispensación: concretamente en el periodo desde el día 16 de mayo hasta el 30 de mayo.

3. Datos del médico 

1. Nombre y dos apellidos.

2. Número de colegiado o, en el caso de recetas médicas del Sistema Nacional de Salud, el código de identificación asignado por las Administraciones competentes y, en su caso, la especialidad oficialmente acreditada que ejerza. Y olé. Si alguien tiene curiosidad por saber a qué se debe cada dígito en el número de colegiado de un médico puede consultar este enlace de la OMC.

3. Firma. El garabato sigue siendo fundamental excepto en algunas comunidades como la valenciana donde la firma puede ser electrónica.

4. Datos del paciente 

En primer lugar aclarar que es obligatorio que el paciente presente la tarjeta sanitaria en la farmacia ante cualquier dispensación con receta de papel o electrónica. En el caso de la electrónica está expresamente prohibido realizar una dispensación sin ella.

En la receta de papel, deben aparecer los siguientes datos (aunque hay colegios que son permisivos sólo con consignar nombre y apellidos):

1. Nombre y dos apellidos.

2. Año de nacimiento.

2. CIPA ¿Y esto qué es? Pues el código de identificación personal del paciente que se encuentra en las tarjetas donde marca el circulito rojo.

receta medica

 

El consejo de la Boticaria

Conocer estos 4 puntos básicos (datos del medicamento, del paciente, del médico y la fecha) puede considerarse «cultura general» y es muy útil para evitar tener que hacer un viaje de vuelta desde la farmacia. En el caso de tener que realizar alguna corrección sobre la receta es importante recordar que el médico debe avalar cada enmienda con su firma y con su sello. Es decir, si tacha y reescribe pero no pone el sello y la firma, el paciente tendrá que volver de nuevo a la consulta en un bucle poco recomendable para todos.

Ojalá las administraciones tomen conciencia de que estas pequeñas contingencias son una pérdida de tiempo y dinero para el sistema. Y sobre todo, generan un terrible e innecesario desgaste en la relación con los pacientes que, literalmente, acaban acordándose de la madre de todos nosotros. La solución es habilitar vías de comunicación farmacéutico-médico que hagan la vida más fácil para todos. Especialmente la vida del paciente que de verdad, y de una vez por todas, merece estar en el centro.

Si quieres conocer otras 10 cosas útiles que deberías saber antes de entrar en una farmacia, puedes pinchar en el enlace.

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