Ayer la noticia del día, por si tuviéramos poco de lo que hablar ya, o quizá por eso, fue que la CUP va a promover el uso de copas y esponjas menstruales en adolescentes. El uso de la copa menstrual está cada vez más introducido en nuestro país pero ante la palabra «esponjas menstruales» más de uno ha levantado la ceja diciendo ¿esto qué es lo que es?
Hace casi un par de años les dediqué un post a estos nuevos amigos íntimos explicando cuál era la manera correcta de empleo. En aquel post detallaba las múltiples razones por las que, en el caso de las esponjas menstruales, no lo considero una mejor alternativa a otros métodos.
El objetivo de este nuevo post es matizar algo que creo que no está suficientemente claro entre la población: las esponjas menstruales, al igual que los tampones o las compresas, son de usar tirar. Y por tanto, no son una alternativa más barata sino diez veces más cara en las sintéticas y más cara aún en las naturales. Las esponjas naturales, por su parte, pese a ser ecológicas, presentan inconvenientes como los riesgos de encontrar restos marinos en su interior y de ser frágiles y más susceptibles a la rotura dejando restos y fibras en el interior de la vagina.
Recordemos que las infecciones vaginales son la pesadilla de un porcentaje no despreciable de mujeres en nuestro país. Alabo cualquier iniciativa destinada a informar a los adolescentes y a desterrar mitos de un tema fisiológico como es la menstruación. Ojalá se hicieran muchas más iniciativas desde los partidos políticos como esta que plantea la CUP. Eso sí, siempre desde el rigor. Una mal entendida ecología o economía puede pasar factura a nivel sanitario.
Aquí la infografía con el resumen: