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7 enfermedades de transmisión sexual que puedes pillar «jugando al muelle»

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Desde hace un par de días no se habla de otra cosa (por lo menos en Twitter, que  es la barra de bar que más frecuento). Por si alguien vive felizmente ajeno a esta atrocidad, «el juego del muelle» es un juego sexual que los adolescentes han importado, quizá debido a que se aburrían porque los Reyes Magos les han dejado carbón este año.  Yo soy más del Juego de la Oca, pero está demodé.

 

¿En qué consiste «El Juego del Muelle»?

En realidad no es tan distinto, consiste en ir de idiota a idiota y me lo tiro porque me toca. Un grupo de tíos con los pantalones bajados y en erección esperan sentados a que las chicas se sienten encima. Sin preservativos, claro, porque «mola menos».  Cada 30 segundos las chicas rotan y cambian de pareja. El primero que eyacula, pierde. Pierde el juego, porque el individuo que juega al muelle el conocimiento hace mucho tiempo que lo perdió.

 

juego del muelle

¿Por qué es peligroso jugar al muelle?

Es surrealista tener que explicarlo, pero parece ser que hay quien no lo tiene muy claro a la vista del éxito. Sin entrar en los problemas psicológicos y emocionales que conlleva esta conducta sexual (que también los tienen), quiero centrarme en dos grandes problemas que van de la mano: la posibilidad de embarazo no deseado y las ETS o enfermedades de transmisión sexual (para las que no hay píldora del día después que ampare a nadie).

¿Cuáles son algunas las enfermedades de transmisión sexual más frecuentes?

1. Clamidia:

El bicho responsable es una bacteria llamada Chlamydia trachomatis a la que le gusta la gente joven, especialmente las chicas. Y más aún si tienen múltiples relaciones. ¿Nos suena de algo? Además del ardor o picazón característicos, la cosa puede complicarse y no quedarse en una broma. Si no se trata adecuadamente puede desarrollarse enfermedad inflamatoria pélvica (que a la larga puede provocar infertilidad o embarazos ectópicos). ¿La complicación añadida? En ocasiones no provoca síntomas pero aún así puede transmitirse. ¿El más difícil todavía? Aunque los preservativos ayudan a prevenir el contagio, no son 100% efectivos. Sean del tipo que sean los preservativos.

2. Herpes genital:

El autor del desaguisado es un virus, concretamente el herpes virus. Tiene varias cosas en común con su amiga Chlamidia: puede transmitirse aunque no se presenten síntomas y el preservativo tampoco evita el contagio al 100%. Aquí la «gracia» añadida es que el herpes virus es un virus muy casero y una vez que se instala en el cuerpo, se queda a vivir. Para siempre jamás. Los tratamientos alivian los síntomas pero no matan al bicho. Es decir, un herpes genital es como los diamantes: para siempre. Pero en chungo.

JUEGO DEL MUELLE

3. Gonorrea:

Nombre feo donde los haya. Y además del nombre feo, también lo tiene todo: le gustan jovencitos, a veces la infección es asintomática y el preservativo no evita el contagio al 100%. Al igual que Chlamidia, en mujeres puede provocar enfermedad inflamatoria pélvica. En este caso existe tratamiento con antibióticos pero la aparición de las resistencias hace cada vez más difícil su eficacia. En este post puedes encontrar una explicación sobre por qué se producen las resistencias en los antibióticos.

4. VIH/SIDA:

Parece que todo está dicho sobre el síndrome de inmunodeficiencia adqurida, pero a pesar de los avances en la terapia antirretroviral, no es ni de lejos un problema que sólo pertenezca al pasado. El virus del sida debilita el sistema inmunitario de la persona infectada de forma que ésta acaba desarrollando con mayor facilidad distintas infecciones incluso distintos tipos de cáncer.

5. VPH:

El virus del papiloma humano es un virus con el que entran en contacto aproximadamente la mitad de las mujeres que tienen relaciones sexuales a lo largo de su vida. Está relacionado con el cáncer de cuello de útero y las verrugas genitales («verrugas genitales» suena casi tan horroroso como «gonorrea»). En este post tenéis toda la información sobre la vacuna del virus del papiloma humano, no exenta de polémica.

6. Sífilis:

En este caso vuelve a ser una bacteria la protagonista: Treponema pallidum. Para que nadie falte a la fiesta, la llagas que causa la sífilis facilitan contagiar o adquirir el VIH. El preservativo es útil aunque no infalible y en este caso existe tratamiento mediante antibióticos. Tampoco es una enfermedad del pasado y, de hecho, en EEUU están preocupados por el elevado número de niños que nace con esta enfermedad (se transmite al feto).

7. Hepatitis B:

Aunque el SIDA suene mucho más a «coco», quiero terminar deteniéndome en una enfermedad que también es deQ transmisión sexual a la que se le tiene menos miedo: la hepatitis B. Aunque en la mayoría de los casos el pronóstico es favorable, muere uno de cada 100 personas que la padece.

¿Qué podemos hacer para evitar este despropósito?

Aunque parece que hoy el acceso a la información es más fácil que nunca, alguna encuesta reciente indica que sólo una de cada cuatro mujeres españolas dicen tener suficiente información sobre anticonceptivos y sexualidad. Quizá el quid de la cuestión es que el acceso a la información sea fácil, pero el interés por acceder a esa información sea nulo. 

Estoy convencida de que pocos jóvenes entre 15 y 24 años (los más propensos para contagiarse de ETS) conocen las repercusiones de las enfermedades arriba citadas. La píldora anticonceptiva crea una falsa sensación de seguridad en muchas mujeres jóvenes, que creen que como mucho pueden contagiarse «de hongos» y que con clotrimazol estará resuelto. Quizá si se les explicase que una simple clamidia o gonorrea podrían llegar a impedir que fueran madres el día de mañana, se lo pensarían.

O no.

El consejo de la boticaria

He dejado caer el «o no» en el párrafo anterior porque en mi opinión, además de la formación sexual, lo que necesitamos con urgencia en este país es una adecuada formación a los jóvenes sobre los peligros de la ingesta de alcohol. Hace unos días mi compañera Melisa Tuya hablaba de ello en su post «Los chavales españoles beben demasiado alcohol y los adultos les damos un ejemplo de mierda».

De nada sirve invertir horas y horas en hacer educación sexual si esos chicos se van a plimplar una botella de vodka entre dos o entre tres (las proporciones del botellón van por ahí). Porque cuando esto suceda, bajo los efluvios del alcohol esos chicos no recordarán nada de lo que escucharon, nada de aquel vídeo que les pusieron. Mucho menos de lo que leyeron (lo de leer quizá sea ciencia ficción).

Por suerte o por desgracia, sin alcohol «no hay cojones» como decía el otro día Perez Reverte refiriéndose a otra historia. Así que empecemos por hacernos cargo del alcohol para poder desinfectar el resto.

Imagen: Flickr. 

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