Si lo piensan ustedes con detenimiento, el mundo está lleno de cotidianos cortes. Por ejemplo, tenemos el corte de tráfico o el corte de pelo. También está el corte «a pelo», es decir, cuando te da vergüenza. Les confesaré que como cortes cotidianos, para mí los tres grandes clásicos indiscutibles son El Corte Inglés, el corte de helado y el corte de mangas. Y no necesariamente por este orden.
Me estoy yendo de tema. Lo sé. Pero comprendan que estamos a 4 de agosto y esta mujer que les escribe sigue en Madrid, sin playa y saliente de guardia. De dos guardias. Mucho es que sigo juntando letras que se pueden pronunciar en alto, tengan o no sentido.
Yo venía hoy a hablar de otro corte, no sé si cotidiano, pero al menos veraniego: el corte de digestión. Un invitado más a nuestras sobremesas de sandía que cada verano nos acompaña indefectiblemente. Vengo a contarles que lo del corte de digestión es un mito, una quimera, un frenesí, una ilusión, que diría Calderón. Y sin haberlo deseado, me ha salido un pareado. O un farmapoema ¿quieren saber cuál es el farmapoema de hoy? Ya me callo y les dejo con el vídeo. No se lo pierdan porque… Juanolo, una peonza mexicana, una piscina de Playmobil y un ejércido de Sonny Angels aguardan ahí dentro.