Queridos todos*,
Continuando con la programación de verano hoy le llega el turno a las quemaduras solares. Porque aunque ya hablamos hace un par de semanas en un vídeo de cómo hay que utilizar el fotoprotector en cantidad y calidad, a la hora de la verdad la mayoría seguimos sin hacer las cosas bien y nos quemamos como alemanes en Ibiza.
El vídeo de hoy tiene dosis de hiperrealidad y prepárense porque en él yo mudo la piel cual lagarto de la serie UVE. Ratones todavía no como porque para tanta hiperrealidad no me pagan, pero ojo que escucho ofertas y todo es negociable. De momento los únicos bichos que he comido vivos son los mosquitos que me tragaba cuando montaba en bici en verano al atardecer y bajaba la famosa cuesta del Llano** con la boca abierta. Menos da una piedra. En proteínas mucho menos, literalmente. En minerales ya no lo sé, habría que hacer números.
A lo que iba, que yo por abrir nuevas vías de negocio o por rememorar mi adolescencia me desvío rápidamente de la programación de verano, en este caso, las quemaduras solares. ¿Saben ustedes cómo curarlas? ¿Saben qué es lo que no tienen que hacer con ellas? Juanolo, un Playmobil gigante disfrazado de bombero y yo se lo contamos encantados:
*A los trols de ayer también os quiero, podéis daros por aludidos. Sin rencor.
**En el pueblo de mi madre, provincia de Burgos, hay una cuesta que inexplicablemente se llama «Cuesta del Llano». Y la gente lo dice así, con toda naturalidad.
Imagen: Pixabay.