Tener un bulto en el pecho es algo que preocupa especialmente a las mujeres. Y en cierto modo, con razón. Según el informe GLOBOCAN 2012 la predicción para 2015 es de 227.076 casos de cáncer en España, siendo el cáncer de mama el más frecuente entre las mujeres y el que provoca un mayor número de muertes en ellas. En nosotras.
Lo sé, lo sé, estas no son maneras de empezar un lunes. Y mucho menos esta semana post Navidad en la que se supone que tenemos que volver a esa ¿bendita? rutina que inexplicablemente algunos adoran. Por la parte que me toca, yo estaba mucho más relajada en mi caos vacacional y le regalo mi rutina de trabajar y madrugar para quitar legañas a mis hijos a quien la quiera. Gratis.
Resulta que El Profe de Física, un blogger de Naukas, lanzó un desafío la pasada semana que consistía en escribir hoy posts sobre divulgación científica con el hashtag #lunesTetas. La temática no es figurada, se trata de hablar de tetas. Aunque en este blog yo no hago estrictamente divulgación científica sino sanitaria, creo que los boticarios tenemos mucho que decir en la divulgación en general, y sobre tetas en particular, y he decidido sumarme a la causa. De hecho, ya escribí un post que levantó alguna ampolla hace unos meses para desmontar un mito relacionado con las tetas, concretamente el mito de las pezoneras de plata. Sí, una espece de carcasas rollo Madonna en Blond Ambition que pretendidamente previenen las mastitis, ahí es nada.
El asunto del bulto en el pecho quizá es menos divertido que el de las pezoneras antibalas, pero es importante así que hoy hablaremos de ello.
¿Si tengo un bulto en el pecho… tengo cáncer?
NO necesariamente. De hecho, la mayoría de anomalías que se observan en el pecho no implican que se vaya a desarrollar un cáncer de mama posteriormente. Lo más frecuente es que se trate de fibrosis, quistes o tumores benignos. Como curiosidad, la diferencia principal entre un quiste y un tumor es que el quiste está relleno de líquido y el tumor es sólido.
¿Es la autoexploración útil en la detección del cáncer de mama?
Tocarse o no tocarse, esa es la cuestión.
Existe controversia sobre si realmente tiene alguna utilidad de que las mujeres se autoexaminen periódicamente para detectar algún posible bulto en el pecho o irregularidad en sus senos. El propio Ministerio de Sanidad de España en un documento sobre la estrategia en cáncer de 2010 expone lo siguiente:
¿Y ahora que hago? ¿Me exploro o no me exploro los pechos?
Autoexploración mamaria
Se recomienda una frecuencia mensual del autoexamen mamario:
– Si la señora tiene la menopausia, fijar un día al mes (poner una alerta en el móvil puede ser útil).
– Si no se ha llegado a la menopausia, la exploración debe hacerse 3-5 días tras terminar la menstruación ya que durante ella puede existir tensión mamaria e inflamación y se presta a confusión.
Hay distintas técnicas pero fundamentalmente la exploración tiene tres pasos:
1. Observación de los senos frente al espejo con los brazos caídos, con el fin de detectar distinto tamaño de los pechos o cambios en la superficie de la piel (arrugas, deformaciones, bultos) y de los pezones.
2. Misma observación pero con los brazos en alto.
3. Palpación: se recomienda hacerlo tumbada en la cama, con una mano tras la cabeza. La mama izquierda debe explorarse con la mano derecha y viceversa. El «terreno exploado» debe ser amplio (desde la axila hasta el abdomen) haciendo, por ejemplo, pequeños círculos con las yemas de los dedos. También hay que realizar una pequeña presión sobre los pezones para comprobar si hay secreción de líquido.
Si se observa algún cambio significativo en esta exploración, se debe acudir al médico.
¿Son útiles realmente las mamografías?
Si bien hemos hablado de que existe controversia con respecto a la eficacia del autoexamen, sí existe evidencia de que las mamografías disminuyen el riesgo de morir de cáncer de mama. Por mucho que algún político se empeñe en lo contrario, las mamografías como prueba de cribado no son útiles, son imprescindibles.
Según el Real Decreto 1030/2006, de 15 de septiembre se hará una mamografía a todas las mujeres comprendidas entre 50 y 69 años cada dos años. A las mujeres, incluso en pueblos recónditos de la geografía española, se les facilita un transporte colectivo en autobús para que puedan ser examinadas en su hospital o centro de especialidades de referencia. Todo esto si quieren, claro. Siempre existen casos como el de la señora Jerónima, que les cuento a continuación.
El consejo de la Boticaria
Hace algunos años, la señora Jerónima, una mujer mayor visiblemente preocupada pidió ayuda en farmacia haciendo un aparte:
– Boticaria, creo que tengo cáncer. Tengo un bulto en el pecho.
Tenía pánico a ir al médico (lo del ginecólogo era implanteable) y había pensado que quizá la farmacéutica podría «echarle un ojo». La señora Jerónima describía tener las mamas de distinto tamaño y un misterioso bulto duro que había crecido en una de ellas. Estaba al borde de la lágrima así que la farmacéutica la pasó al baño y «le echó un ojo».
Tras el pasmo inicial de la boticaria, resultó que no era cáncer.
La señora Jerónima, que tenía pánico a ir al médico, por lo visto también tenía pánico a lavarse y, por un mal entendido pudor, no se había lavado sus pechos desde que en 1940 se bañaba en el río. La acumulación de secreciones en uno de sus pezones a lo largo de la vida había formado una costra para cuya retirada el agua calentita y jabón no iba a ser suficiente: se antojaba necesaria una radial.