La respuesta es SÍ (y a todas horas). Más allá del rechoncho azucarero, la glucosa, sacarosa, fructosa y todos los primos hermanos se esconden con sus trajes de camuflaje entre muchos de los alimentos que consumimos a diario. Algunos incluso que tenemos (o nos venden) por sanos.
En mi colaboración de este mes con el Club de Malasmadres analizamos un hipotético desayuno de mi hijo. Y sin palmeras de chocolate o donuts, verán ustedes que antes de que llegue el medio día es terriblemente sencillo haber superado las recomendaciones de la OMS. ¿Cuál es el peligro? La obesidad, la diabetes… las enfermedades metabólicas que, por desgracia, están de moda y cuya incidencia aumenta de forma imparable. ¿Imparable? Bueno, quizá algo podamos hacer… así que empecemos por cortar el grifo del azúcar. Del azúcar y de todos los «sucedáneos» que por lo visto tienen el beneplácito de los gurús de la alimentación, véase panela, azúcar moreno, jarabe de arce, agave… ¿Realmente son saludables todos estos edulcorantes impronunciables?
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A las 10:00h de hoy viernes estaremos en Twitter resolviendo todas vuestras dudas con el hashtag #stopazucar. ¡Os esperamos!