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¿Por qué se añade aceite de palma en leches infantiles?

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¿Por qué se añade aceite de palma en leches infantiles?

Esta pregunta que me han planteado docenas de padres en la farmacia, es la que la periodista Samanta Villar hizo el viernes pasado a una conocida marca de alimentación infantil. Samanta preguntaba en abierto a la marca por qué incluían aceite de palma en su composición.

 

aceite palma leches infantiles

En primer lugar, es importante aclarar que aunque Samanta haya elegido a esta empresa como blanco de sus críticas (sus motivos parece que tiene), sólo hace falta echar un vistazo al resto de etiquetados en los lineales o en Internet para ver que no es la única empresa de alimentación infantil que incluye aceite de palma en la formulación. Todas lo hacen. Y luego veremos por qué.

En segundo lugar, lamentablemente, lo que ha desatado la polémica no ha sido la pregunta (que como tal es muy buena) sino el ataque de la empresa. Alguien con poco sentido sentido del peligro y de la educación (no sé si el CM o alguien «de arriba») es lo suficientemente valiente como lanzar ataques traídos por los pelos, pero, a la hora de responder a la pregunta, ni un «manzanas traigo». Oigan.

En tercer lugar, más lamentablemente aún, después  del pitote montado, no sólo es que siga sin haber una respuesta sobre el aceite de palma en las leches infantiles, sino que a nadie le importa la respuesta. Lo que importa es el morbo contra la periodista o pedir la cabeza del community manager. Los curiosos tenéis toda la carnaza aquí. Yo huyo de la polémica tuitera como el gato del agua fría y ahí no entro,  aunque bien pensado una versión «Boticaria Sálvame» no sería mala opción.

¿Por qué tiene «mala fama» el aceite de palma?

El aceite de palma es un aceite con un elevado porcentaje de ácidos grasos saturados (en torno al 50%). Aunque actualmente sabemos que no todas las grasas saturadas son igual «de malas», sí que se dispone de suficiente evidencia como para afirmar que las del aceite de palma se llevan la palma (permítanme el chiste malo).

Su consumo en exceso se asocia a la aparición de distintas enfermedades metabólicas ya que aumenta la proporción de colesterol LDL (el llamado «malo»). Por este motivo se nos ha aconsejado por activa, pasiva y pinopuente, no consumir este tipo de grasas. Suelen encontrarse principalmente en productos procesados ya que es una grasa barata y muy versátil.

Lejos de la cuestiones nutricionales, otros discutidos motivos para desaconsejar su uso, son las consecuencias para el medio ambiente de su cultivo. 

 

Si es tan malo, ¿por qué entonces las leches infantiles lleven aceite de palma?

Para empezar ¡sorpresa, sorpresa! El ácido palmítico es un componente importante de la leche materna que representa alrededor del 25% de los lípidos en su composición. Y sí, es un ácido graso saturado, pero estos también son necesarios en la alimentación del ser humano aunque en menor proporción que los monoinsaturados y poliinsaturados.

Entonces, ¿dónde está el problema?

En que el aceite de palma tiene dos caras. Hay una ligera diferencia en la estructura del ácido palmítico en función de su procedencia. El que proviene de la leche materna es mayoritariamente beta-palmitato (entre un 60% y un 86%) y el que proviene de aceites vegetales, usado para las fórmulas infantiles, es alfa-palmitato.

El alfa-palmitato y el beta palmitato no se comportan igual en el organismo. El alfa (el de las leches vegetales) impide que se absorban correctamente algunos nutrientes como las grasas y el calcio. Como consecuencia, las heces tienen una consistencia más dura. No es ningún mito que las cacas de los bebés alimentados con fórmula sean, en general, más duras que las de los niños que toman pecho.

 

¿Existe solución al problema del «ácido palmítico en alfa»?

Todos sabemos que algunos laboratorios de leches infantiles investigan cuál la manera de formular leches infantiles artificiales más similares a la leche materna. Hasta la fecha, y sin poder equipararse en ningún momento (especialmente en la composición de algunas sustancias no reproducibles en el laboratorio como las inmunoglobulinas), cada día hay nuevos avances con respecto a distintos nutrientes.

Una de las mejoras es añadir ácido palmítico en beta similar al de la leche humana.  Al añadirlo a la fórmula, se obtienen heces de menor consistencia que los que se alimentan con fórmulas estándar. Esto, además, influye positivamente en la biodisponibilidad de la grasa y el calcio.

Algunos laboratorios añaden hasta un 45% del ácido palmítico en posición beta. Como veíamos anteriormente, en la leche humana está entre un 60 y un 86%. No es lo mismo (todos sabemos sumar), pero siempre será una mejor opción que un 100% de ácido palmítico en posición alfa.

En este artículo de acceso de libre del Nutrition Journal  titulado Beta-palmitate – a natural component of human milk in supplemental milk formulas, se puede profundizar en la suplementación con beta palmitato.

¿Y qué dice la ley del palmitato en las leches infantiles?

El Real Decreto 867/2008, de 23 de mayo, por el que se aprueba la reglamentación técnico-sanitaria específica de los preparados para lactantes y de los preparados de continuación, prohíbe específicamente la utilización de aceites de algodón y sésamo.

En este Real Decreto se regula la composición en grasas cuantitativamente y se hacen apreciaciones en torno al contenido máximo de algunos tipos en concreto. No hay mención al ácido palmítico. La inclusión del beta-palmitato, más similar al de la leche humana, es a criterio del fabricante, ya que se considera un ingrediente funcional no obligatorio. 

Conclusión general: 

 

Me congratula la preocupación de los padres por la alimentación de sus hijos pero, más allá de las leches de formulación infantil, les animaría a vigilar el etiquetado en general de todo lo que menten en su carrito y que evitaran dar a sus hijos los que incluyan en su composición el aceite de palma (en ocasiones nombrado como palmiste). Desde 2014 no está permitido camuflarlos bajo el genérico «grasas vegetales», truco del almendruco que tan bien ha funcionado para la industria durante muchos años.  Si evitamos los productos procesados, lo tendremos fácil.

La cuestión es que una galleta maría también contiene grasa de palma. Ojalá también lo tengan en cuenta y nos animemos a avisar a los fabricantes de que también estaría bien que dejaran de incluirlas en su composición. Ahora bien, hasta que las autoridades sanitarias no tomen cartas en el asunto, será como poner puertas al campo.

Conclusión particular:

En cuanto a las leches infantiles, a pesar de que en principio cause «pavor» leer «aceite de palma en la composición, recordemos que leche materna también contiene ácido palmítico, aunque mayoritariamente con otra estructura, y por tanto puede ser interesante elegir aquellas leches que contengan beta-palmitato (el más similar) en su composición. Tampoco será difícil localizarlas, porque los fabricantes que las incluyen suelen indicarlo «con letras grandes» en el envase ya que es una ventaja añadida.

También estaría bien que dentro del Real Decreto se especificara un máximo y un mínimo para el ácido palmítico, al igual que se hace con otras grasas en base a las necesidades reales de consumo del bebé. Y ya que esto no está estipulado así, que los fabricantes fueran responsables en su utilización favoreciendo siempre la presencia de los ácidos grasos más adecuados para el bebé dentro de los perfiles recogidos en el Real Decreto.

Y aprovechando que tengo oportunidad, insistir siempre en que la leche materna es el mejor alimento para el bebé.

 

Leche de cabra, el último grito

A palmiste revuelto, ganancia de cabras. En cuanto a la moda de ofrecer leche de cabra a los niños (en el barrio de mi amiga boticaria Pilar es el último grito) por no contener en su composición aceite de palma, seamos sensatos: no hay motivos nutricionalmente hablando para gastarse el doble en este tipo de leche. No olvidemos, como ya hablamos en su día (hace la friolera de tres años que escribí el post), que la leche de cabra tampoco ofrece ventajas a los alérgicos a las proteínas de la leche de vaca y remotamente podría hacerlo a los intolerantes a la lactosa, ya que también contiene este azúcar aunque en menor proporción.

 

 

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