La escarlatina ha dejado ilustres víctimas a lo largo del panorama cinematográfico, entre ellas, la difunta mujer del Capitán Von Trapp en Sonrisas y Lágrimas o Beth, una de las hermanas en Mujercitas. Es por ello que en el imaginario colectivo la escarlatina sigue ligada a épocas pasadas, a niños en pantalón corto, a mujeres lánguidas y decadentes y, sobre todo, a la gravedad e incluso la muerte. Sin embargo, ¿es grave la escarlatina en niños? La respuesta es no. La aparición (y democratización) de los antibióticos la dejaron fuera de juego. Ahora es una enfermedad relativamente frecuente pero que cursa de forma leve.
La primavera, junto con los meses de invierno, es una de las épocas del año en la que la escarlatina es más frecuente. Actualmente hay un brote de escarlatina en la Comunidad de Madrid y son numerosos los carteles de aviso en colegios y guarderías. Estas son algunas de las cosas que se deben conocer sobre la enfermedad.
¿Qué produce la enfermedad?
A diferencia de otras enfermedades infecciosas que cursan con «granitos» (como la varicela o el sarampión), la escarlatina no está causada por un virus sino por una bacteria: un estreptococo del grupo A. Debido a este motivo, es posible su tratamiento mediante el uso de antibióticos.
¿Cuáles son sus síntomas?
La escarlatina, por explicarlo coloquialmente, vienen a ser unas «anginas comunes» escandalosamente adornadas con granitos. Esto se debe a que la bacteria que origina la infección de garganta produce también una toxina que pasa a la sangre y provoca el sarpullido en la piel. Hay dos típos de síntomas:
1. Síntomas típicos de las «anginas»: fiebre, dolor de garganta, dolor al tragar, malestar…
2. Síntomas de la «fase escarlata» de la enfermedad. Tras el periodo de incubación, el sarpullido suele empezar en la cara y cuello y extenderse por todo el cuerpo (especial antención a los pliegues como axilas, codo, ingles e incluso tras las orejas). En la cara suele quedar sin granitos en triángulo entre las comisuras y el «bigote», y es por ello que las mejillas aparecen más sonrosadas. La lengua puede aparecer aframbuesada (e incluso con un velo blanco recubriéndola al principio).
IMPORTANTE: No todos los granitos son «escarlata» y aparentemente visibles. La escarlatina en niños es una enfermedad que se debe palpar para ser diagnosticada. Muchos de los granitos son minúsculos e incoloros, casi invisibles a simple vista, pero al tacto se perciben como una lija cuando pasamos la mano por la superficie de la piel. Esto recibe el nombre de «piel de gallina». En ocasiones, cuando desaparece el sarpullido, la piel se puede «pelar».
¿Cómo diferenciamos la escarlatina en niños de otras erupciones en la piel?
No debemos alarmarnos ante la aparición de cualquier sarpullido. Los granitos de la escarlatina pueden ser similares a los que aparecen debido a exantemas víricos o a los que nos acompañan frecuentemente en esta época debido al calor (sudamina). Para el diagnóstico se observan los síntomas anteriormente citados y, además, se puede realizar un frotis faríngeo con una torunda para confirmar la presencia o ausencia del estreptococo. Esta prueba puede realizarse de forma rápida obteniéndose los resultados en aproximadamente media hora.
¿Cómo se contagia?
La escarlatina en niños se contagia de forma muy sencilla mediante el contacto directo (gotitas de la saliva al hablar, tos, estornudos). Es por tanto «carne de cañón» para propagarse en guarderías y colegios donde, nos guste o no, lo de compartir mordedor o lametón de grifo está a la orden del día.
La enfermedad es más frecuente en niños entre 2 y 10 años.
¿Cómo se cura?
La escarlatina se trata mediante la toma de antibióticos (normalmente Amoxicilina) que permiten liquidar al estreptococo y prevenir las posibles complicaciones vintage que en su día eran frecuentes con esta enfermedad. Aunque el tratamiento suele prescribirse para diez días y es importante completarlo, a las 48 horas de la toma del antibiótico el bicho se supone controlado y la enfermedad deja de ser contagiosa.
¿Cuáles serían sus posibles complicaciones?
De no controlarse la escarlatina con antibióticos, algunas de las complicaciones podrían ser otitis, sinusitis y neumonía. También se ha descrito la posible afectación al riñón y fiebre reumática
¿Se puede volver a pasar?
Sí. El hecho de haber padecido la enfermedad previamente no nos confiere «inmunidad definitiva» para no volver a pasarla. Por si acaso alguien se lo pregunta, no existe vacuna como en el caso de la varicela o del sarampión (aunque ya sabemos como anda de revuelto el patio con la polémica del Varivax).
El consejo de la boticaria
Ante el aviso de un posible brote de escarlatina en niños, en el colegio o la guardería infantil, se deben extremar las precauciones. Es conveniente permanecer alerta y acudir al pediatra ante posibles signos como la fiebre, dolor de garganta y la clásica aparición de los granitos.
Es importante también recordar los principios básicos de solidaridad y responsabilidad para con los centros infantiles y sus pequeños asistentes: la escarlatina en niños no es grave pero sí muy contagiosa así que ante la duda, y hasta tener el diagnóstico de un pediatra, los niños «sospechosos» de tener la enfermedad no deben acudir al colegio. Como hemos comentado, partir de las 48 horas de la toma del antibiótico, la escarlatina deja de ser contagiosa y, si el niño se encuentra bien, puede hacer vida normal (lo de las cuarentenas de Torres de Malory también está completamente demodé. Salvo complicaciones poco frecuentes, la escarlatina tan solo será una muesca más en «el expediente» de las criaturas.
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Fuentes:
Guerrero-Fernández J, Suárez Otero G, Del Castillo Martín F. Erupciones y fiebre. Enfermedades exantemáticas. En: Ruiz Domínguez JA. y cols. Manual de diagnóstico y terapeútica en pediatría. Madrid: Editorial Publimed, 2003; p.411-426.