Farmacias mexicanas, o para ser precisos, farmacias chiapanecas. Todas las farmacias que aparecen en este post están fotografiadas en el Estado de Chiapas, que es el lugar donde, por variopintas razones, estuve de vacaciones la semana pasada. Para ponerlo en contexto, viene a ser como si un extranjero se dedica a viajar una semana por la Sierra de Cuenca y hace un post titulado «farmacias españolas» (salvando las distancias, que por cierto, son infinitas).
Aclarado este punto, lo primero que llama la atención es que en México existen, a bote pronto, dos tipos de farmacias: las que pertenecen a cadenas y las que son independientes. Lo segundo, que el medicamento parece un mero pretexto para vender cualquier otra cosa al consumidor que se ponga a tiro. Y lo tercero, que los medicamentos deben de ser terriblemente caros (allí lo del T1 y T2 creo que no se estila) porque el reclamo principal de sus fachadas es la oferta y la ocasión.
Farmacias pintorescas
En las ciudades grandes, como San Cristóbal de las Casas o Comitán, encontramos farmacias coloridas y de «corte típico» como éstas:
Llama la atención que en la fachada de la bonita farmacia San Ramón, los servicios anunciados (recarga de teléfonos, fichas) distan mucho de los típicos ofertados en las fachadas de las farmacias españolas (a saber, toma de tensión arterial, dietética, atención farmacéutica, fitoterapia, etc.).
Farmacias electrónicas
Mientras en España aún andamos a vueltas con la receta electrónica, los chiapanecos montan una farmacia electrónica enterita y a correr. Ni que fueran de Bilbao.
Farmacias selváticas
Literalmente en la jungla, a los pies de alguna carretera (por denominar generosamente a algunos parches consecutivos de asfalto), estas farmacias son una suerte de tiendas de conveniencia bajo un aspecto de puesto de socorro tropical.
Farmacias tzotziles
El tzotzil es una etnia maya que aún pervive en Chiapas. Aunque parezca una farmacia mexicana más (las «Farmacias Similares» son muy conocidas por su venta basada principalmente en genéricos), esta farmacia es especial puesto que está situada en San Juan Chamula, frente al templo.
Al templo se accede previo pago en la «oficina de turismo móvil» de la foto a continuación. Una vez en el interior uno retrocede varios siglos ante los rituales de los indígenas que mezclan las creencias prehispánicas con las propias de la religión católica. De este modo, uno puede observar como los malos espíritus de la anciana matriarca tribal son transferidos a una gallina viva y coleando, que minutos después deja de colear ofreciendo su sacrificio, por ejemplo, a Santa Marta. Después, y aún frente al santo homenajeado, los asistentes, en grupos pequeños y familiares, celebran el sacrificio poniéndose ciegos de pox. El pox se pronuncia posh y no es la mujer de David, sino un licor de maíz para valientes.
Farmacias Real Decreto
Las he denominado así porque mientras los boticarios de España a estas alturas andamos locos ante la inminente bajada estival, allí ese 90% de descuento ya lo tienen a su manera.
Farmacias divinas
Sin duda, más allá de los vestigios mayas o los sobresaltos zapatistas, el descubrimiento del viaje fue que, pese a la común creencia de que los médicos son dioses (es una broma) en realidad, Dios es de profesión farmacéutico.
¿Cómo se consigue un puesto de trabajo en una de esas farmacias?
Ni farmacéuticos, ni técnicos, ni auxiliares. Lo que se necesitan son cajeros con unos requisitos muy definidos:
Consejo de la boticaria
En ocasiones, puede que incluso al viajero más intrépido le tiemblen las canillas ante mensajes de campañas sanitarias en las fachadas de las casas chiapanecas, como el de la foto a continuación. Si viajáis allí, no olvidéis encomendar vuestro alma a Nuestra Señora de la Dietiltouamida (siempre os quedarán las farmacias mexicanas para socorreros). Además, será importante armarse de paciencia y entender que viajamos a un pueblo con leyes, costumbres e infrastructuras muy distantas a las nuestras. A partir de ahí, sólo queda relajarse y disfrutar ante la selva infinita, las cascadas hollywoodienses y las ruinas ancestrales. Y lo mejor de todo, alejados de las hordas de Pullmantur. Ningún turista tuvo que ser recortado en la edición de estas fotos.
Me hubiera dado el chapuzón de mi vida en Misol Ha (la poza donde cayó Schwarzenegger en la película Predator), pero un cartelito que casualmente hablaba sobre la prevención del cólera justo en la entrada nos hizo pensárnoslo dos veces. Quizá en la próxima ocasión.