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Dieta paleo

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Entre el universo de tipos de dietas (Dukan, Atkins, Perricone), o incluso diría «estilos de vida» en torno a un tipo de alimentación, surgen con fuerza los defensores de la dieta paleo. En contra de lo que podría parecer, no se trata de una dieta milagro de adelgazamiento sino de una propuesta de cambio global en la alimentación que a priori no tiene por qué ser perjudicial. Sin embargo ¿existe evidencia de primer nivel que demuestre que seguir la dieta paleo es más saludable?

dieta paleo

Silogismo Dieta Paleo:

En la edad de piedra no existía el cáncer, la obesidad o la diabetes.

En la edad de piedra comían distinto.

Comamos como en la edad de piedra y no tendremos cáncer, obesidad, o diabetes.

¿Atrevido por mi parte simplificar de ese modo?

Menos que recomendar un cambio en la alimentación (y el estilo de vida) en población sana, en base a una hipótesis para la que no hay evidencia científica de primer nivel.

¿Qué se come en la dieta paleo?

Aunque no llega a haber directrices claras y consensuadas, lo importante en la dieta Paleo no es lo que se come, sino lo que no se come. Se destierran cereales, legumbres y lácteos así como los azúcares y alimentos procesados.

¿Cuál es la justificación? ¿Están locos estos paleos?

Por un lado tenemos El Negocio, es decir, todos aquellos que han asumido la paleodieta como una nueva fe que abrazar y que la recomiendan en libros, blogs o consultas asegurando el milagro tras la conversión.

Por otro, tenemos a una parte de la comunidad científica que persigue demostrar rigurosamente la ideoneidad de esta dieta en base a, por ejemplo, los efectos negativos de los cereales en la permeabilidad de la membrana intestinal, la reacción inflamatoria de las legumbres, o  los disruptores endocrinos de los lácteos.

¿Es perjudicial o peligrosa la dieta paleo?

La dieta paleo no es perjudicial si se sigue correctamente. Sin embargo, en mi opinión, es una dieta poco sostenible en el tiempo y, por tanto, potencialmente peligrosa para recomendar a la población en general, por dos motivos:

1. Económicos: La revolución neolítica trajo consigo la agricultura y, con ella, la posibilidad de reducir la hambruna de forma relativamente barata mediante los cereales. Así, en función de las características climatológicas y geográficas, en Asia se comenzó a cultivar arroz, en Europa el trigo y en África sorgo y mijo, entre otros. Por otro lado, en épocas más recientes como la posguerra, e incluso actuales como «la crisis», el consumo de legumbres combinado con cereales es el «salvavidas proteico» de muchas familias que no pueden asumir el coste de la carne o el pescado diario.

Además, no hay que olvidar que los alimentos deben ser lo más «naturales» posibles, con origen en la agricultura y la ganadería ecológica, con el coste añadido que conlleva (siguiendo la teoría, tampoco estaríamos adaptados evolutivamente a fertilizantes y pesticidas y sería complicadísimo seguir una dieta paleo escrupulosamente).

2. Culturales: ¿Un madrileño sin cocido?, ¿un valenciano sin paella? ¿un gallego sin empanada? ¿un italiano sin espaguetis? ¿un chino sin arroz? ¿un frances sin baguette? Tópicos aparte, lo cierto es que una dieta de la que se espere adherencia no puede separarse brutalmente de la gastronomía, de los hábitos culturales y sociales arraigados en la población. Si lo hacemos, las probabilidades de fracaso son muy altas. El homo erectus no se iba de cañas, y aunque el tomate aliñado está muy bueno, no tiene la gracia de los chopitos.

Una dieta cara y alejada de nuestras costumbres puede ser peligrosa, no porque fracase y se abandone, sino porque se reinterprete a gusto del consumidor eligiendo aquellos aspectos que más le convengan. Además, seguir la dieta paleo, al igual que seguir otro tipo de dietas como la vegetariana, requiere formación para evitar carencias (no es nada fácil conseguir el aporte de calcio sin lácteos, por ejemplo).

 

 Conclusión:

Los defensores de la dieta paleo no han descubierto la pólvora cuando hablan de restringir alimentos procesados o azúcares simples. La dieta mediterránea también sigue esa línea, pero como es «la nuestra» y la tenemos muy sobada, parece que vende menos.

La novedad está en la supresión de los cereales, los lácteos y los legumbres para lo cual, como siempre, hay estudios con resultados favorables. Sin embargo, son estudios realizados en pocos individuos y durante periodos cortos de tiempo. Sin duda es necesario seguir investigando en ello.

Modificar los hábitos alimentarios de un individuo sano a través de un esfuerzo económico, logístico e incluso emocional, en base a una hipótesis que espera ser demostrada me parece totalmente innecesario. Incluso peligroso. Hasta que los estudios (probablemente la clave esté en la nutrigenómica) demuestren que el futuro fue ayer, el consejo de la boticaria es la prudencia ante la dieta paleo. Y los experimentos, siempre, con gaseosa.

 

[piopialo vcboxed=»1″]¿Sabes en qué consiste la Dieta Paleo? Pros y contras[/piopialo]

Fuentes:

Hangout grupo Dietética sin Patrocinadores (enhorabuena por el esfuerzo y acción en Twitter)

Cordain, L. (2007). The paleo diet: lose weight and get healthy by eating the food you were designed to eat. Houghton Mifflin Harcourt.
Cordain, L., & Friel, J. (2012). The Paleo Diet for Athletes: The Ancient Nutritional Formula for Peak Athletic Performance. Rodale.
Cordain, L., Villalba, M. F., & Bastos, P. C. Clinical Studies supporting the Paleo diet (rebuttal to US News).
Drago, S., El Asmar, R., Di Pierro, M., Grazia Clemente, M., Sapone, A. T. A., Thakar, M., … & Fasano, A. (2006). Gliadin, zonulin and gut permeability: Effects on celiac and non-celiac intestinal mucosa and intestinal cell lines. Scandinavian journal of gastroenterology, 41(4), 408-419.
Estruch, R., Ros, E., Salas-Salvadó, J., Covas, M. I., Corella, D., Arós, F., … & Martínez-González, M. A. (2013). Primary prevention of cardiovascular disease with a Mediterranean diet. New England Journal of Medicine, 368(14), 1279-1290.
Frassetto, L. A., Schloetter, M., Mietus-Synder, M., Morris, R. C., & Sebastian, A. (2009). Metabolic and physiologic improvements from consuming a paleolithic, hunter-gatherer type diet. European journal of clinical nutrition, 63(8), 947-955.
Ordovás, J. M. (2008). La Nutrigenomica en el Futuro de la Salud Humana.

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